El proceso para formular una nueva ley de Premios Nacionales de Cultura ha sido largo y cargado de modificaciones y ajustes. El texto que se presentó a la Asamblea Legislativa en octubre del 2010 surgió de una propuesta del Ministerio de Cultura y Juventud acogida por mi despacho, con total claridad de que el compendio legislativo que conforma este programa de estímulo requiere urgentemente de actualización y reajuste.
La premisa que guió ese primer proyecto fue que los diversos sectores culturales del país eran igualmente merecedores de reconocimiento.
Por ello, se plantearon grandes categorías que abarcaron diversos ámbitos de acción ligados a un quehacer –como la literatura– en un solo premio, que pretendía destacar lo más trascendental ocurrido en el año en esa área, fuera este un autor, una casa editorial o una obra.
Si bien esa premisa sigue siendo nuestra bandera, la forma que pretendió tomar en esa primera versión demostró no ser la idónea. Escritoras, profesores y estudiosos no tardaron en hacer ver que si bien las diferentes actividades asociadas con un área artística podrían ser dignas de galardón, el quehacer artístico debe valorarse de manera independiente.
Por ello, en atención a comentarios tan bien sustentados como los de la señora Amalia Chaverri, la propuesta de ley de Premios Nacionales fue reformulada por primera vez en el 2011, y una vez más en el 2012. Así devino la tercera versión del texto, que actualmente se discute en la Asamblea Legislativa, la que consensuó los calificados criterios de representantes del sector cultural costarricense.
En ella se plantean tres premios en las siguientes áreas artísticas: literatura, teatro, danza, artes visuales, música y audiovisuales. En cada uno de estos seis ámbitos serían premiadas tres obras, correspondientes a categorías o especialidades distintas, y definidas por un jurado –integrado por personas con probada trayectoria en la materia– a partir de las obras evaluadas en el año.
Esto permitiría evitar la asignación forzosa de premios en categorías predefinidas, situación que actualmente ha restado valor a los Premios Nacionales, además de permitir la inclusión de las diversas manifestaciones culturales que surjan con el tiempo, aspecto especialmente sensible en un ámbito de tan rápida y constante evolución como la cultura.
Por otro lado, se crearían los premios Luis Ferrero Acosta de Gestión e Investigación Cultural. Este último está dirigido a libros, tesis y documentos en formatos no tradicionales –pero debidamente publicados– en cualquiera de las ramas de las ciencias sociales, incluida Historia.
A estos premios se aunarían el García Monge a la comunicación cultural, el Pío Víquez al periodismo y, por supuesto, el Magón y el Emilia Prieto (hoy premio de cultura popular tradicional). Los premios de ciencia y tecnología y mérito civil se mantendrían, cada uno administrado por la cartera correspondiente.
Las voces de personas que han dedicado su vida al quehacer cultural han sido escuchadas. Por estas razones, respaldamos la reforma con plena seguridad de que permitirá al Ministerio de Cultura y Juventud contar con un cuerpo normativo unificado, pertinente y mucho más equitativo, capaz de responder a los retos y demandas de los diversos sectores culturales costarricenses.