La caída de Costa Rica en el Índice de Desempeño Ambiental (EPI, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Yale, de la posición 5 a la 54, merece un análisis cuidadoso, especialmente sobre los siguientes puntos, de manera que el lector obtenga toda la información.
El informe EPI se publica cada dos años, con rezago hasta de 4 años en los datos consignados. Los datos publicados en el 2014, por ejemplo, conciernen la mayoría a información del año 2010 y 2011. Asimismo, comparando las áreas y los indicadores que evalúa, se puede constatar que en cada edición, como los mismos autores lo indican, surgen cambios en los indicadores utilizados.
Revisando las últimas tres ediciones del EPI, vemos que en el informe del 2010 los dos grandes objetivos de análisis fueron salud ambiental y vitalidad del ecosistema, cada uno con un peso del 50%. Para el informe del 2012, estos dos objetivos se mantuvieron pero con distinto peso (30% para salud ambiental y 70% para vitalidad del ecosistema). Esa modificación se realizó para obtener mayor coherencia estadística conceptual, según lo indica el informe. No obstante, para el EPI 2014, las gráficas que se muestran permiten concluir que ambos objetivos nuevamente fueron trabajados con un peso del 50% cada uno.
Estas variaciones en porcentajes y el cambio en indicadores explican por qué casi todos los países cambiaron de posición, unos hacia arriba y otros hacia abajo.
Indicadores. En la categoría de contaminación del aire y su efecto en el ecosistema, en el informe del 2010 se midieron cuatro indicadores (SO2, NO2, COVs, ecosistema de ozono) con un peso total de 4.2%. En el 2012, se midieron solo dos de estos indicadores (SO2 per cápita y SO2 por $PIB) y la suma de ambos subió a un peso de 8.75%. En el informe 2014, esta categoría temática e indicadores no fueron incluidos.
Esto fue desventajoso para Costa Rica pues no se consideró la importante reducción que el país ha hecho del contenido de azufre en diésel, que se bajó de 5000 partes por millón en el año 2000, a solo 50 partes por millón en el 2011 (una de las más bajas del mundo). Además, Recope está trabajando para alcanzar y mantener un valor de 15 partes por millón, propiciando una mejor calidad del aire.
En materia de cambio climático y energía, los indicadores del EPI para el año 2010 fueron las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) per cápita, emisiones de CO2 provenientes de la generación de electricidad y las emisiones de GEI a nivel industrial, con un peso total de 25%. Para el 2012 fueron cuatro indicadores con un peso total de 17,5%: CO2 per cápita, CO2 per cápita $PIB, CO2 por KWh y electricidad a partir de fuentes renovables. En el 2014 los indicadores utilizados fueron: tendencia en la intensidad de carbono, cambio en la tendencia de intensidad de carbono y la tendencia en emisiones de CO2 por KWh, con un peso total de 12,5%.
Es clara la variación en estos indicadores y, por tanto, no son comparables entre un informe y otro. Cabe resaltar que Costa Rica ha mejorado mucho en cuanto a reducción de emisiones: pasamos de 234kg de CO2 por unidad de PIB, en 1990, a 120,7 kg de CO2 por unidad de PIB, en el 2010, lo que significó una reducción cercana al 52% en estos 20 años.
Tratamiento de aguas. La variación de indicadores en la categoría de recurso hídrico fue lo que más afectó al país en el EPI 2014. En el informe del 2010, la categoría se denominaba Agua (efectos en el ecosistema) e incluía tres indicadores (índice de calidad de agua, índice de estrés hídrico e índice de escasez de agua), con un peso total de 4,2%. En el 2012 se mantiene la categoría temática, pero solo considera un indicador (cambio en la cantidad de agua) y con un peso de 8,75%. Para el informe más reciente, esta categoría se denomina “tratamiento de aguas residuales” y se le asigna un peso mayor, que ahora es del 12,5%.
Hay rezago en Costa Rica con respecto a infraestructura para el tratamiento de aguas. Esta situación es preocupante, pero debemos tener la convicción de que este tema, que hoy nos avergüenza, será motivo de orgullo en un futuro cercano ya que, para el 2015 entrará en operación la planta de tratamiento Los Tajos que procesará las aguas residuales de más de un millón de habitantes de la Gran Área Metropolitana (GAM). Este proyecto es parte de las políticas en aguas residuales que se han impulsado en los últimos 6 años, pero es evidente que no se tomó en cuenta para el EPI 2014.
Aun así, estudios como el de Yale son valiosos porque generan insumos importantes para la creación de más políticas y la definición de prioridades de los países. Sin embargo, debemos tener el cuidado de entender bien cómo fue trabajado cada informe pues, como hemos visto, cada edición tiene cambios en definición de indicadores que impiden comparar resultados de años anteriores.
Con base en nuestros propios indicadores, puedo asegurar que no tenemos el reflejo de un país tan deteriorado como algunos han querido catalogar. Es justo valorar los indicadores en que estamos bien y en los que hemos venido mejorando, al igual que debemos seguir trabajando para mejorar el desempeño ambiental en aquellos puntos donde existe rezago. Esto requiere del esfuerzo gubernamental, municipal y personal. Con el compromiso de todos, lo lograremos.