En mayo, la Embajada de Guatemala y la Asociación de damas guatemaltecas residentes en Costa Rica circularon una invitación al evento “Guatemala arco iris de la moda”, efectuado el 4 de junio. Fue una pasarela con bolsos, zapatos, ropa y accesorios elaborados con tejidos de los pueblos indígenas guatemaltecos. También en mayo, la Corte Constitucional guatemalteca anuló la sentencia que condenó al exgeneral Efraín Ríos Montt a 80 años de prisión por genocidio y delitos contra los deberes de humanidad por la muerte de 1.771 personas de la etnia maya ixil.
Esa decisión ilegal –porque la Corte se excedió en sus atribuciones al fallar sobre asuntos de procedimiento de un tribunal penal– no solamente viola el derecho de acceso a la justicia de quienes sobrevivieron al genocidio del pueblo ixil, que en los planes militares estaba conceptualizado como el enemigo por destruir “hasta la semilla”, sino que revictimiza a las personas que dieron su testimonio ante el Tribunal A de Mayor Riesgo que emitió la condena el 10 de mayo, pues se debe repetir el juicio y, por lo tanto, se verán obligadas a presentarse nuevamente como testigos ante otro tribunal.
En ese contexto, hacer un desfile de modas en el que se exhiben los tejidos mayas, sin preguntarnos ¿quién teje?, folcloriza a los pueblos indígenas guatemaltecos, que a estas alturas de la historia sufren todos los tipos de discriminación –legal, institucional, cultural, económica, social–, lo que les sume en la “no ciudadanía”, derivada de la violación de todos sus derechos, la exclusión y la miseria en el país más desigual del hemisferio. Asimismo, se les invisibiliza, sobre todo a las mujeres tejedoras y bordadoras, al borrar del discurso y visión oficiales su aporte y existencia. Así se promueve en Guatemala una memoria colectiva negadora de la existencia de los pueblos indígenas y sus derechos, a conveniencia de las minorías, pero indigna para la gran mayoría.
En estas actividades exaltadoras de “lo bonito” no se toma en cuenta que los tejidos adheridos a los restos exhumados de los cementerios clandestinos son analizados por antropólogos forenses para establecer la identidad étnica de las víctimas de las masacres y su procedencia, con la intención de constituirlos en pruebas del genocidio en los procesos judiciales emprendidos, entre ellos el recientemente anulado. En esos tejidos se guardan la cultura y la historia de las tejedoras y tejedores encontrados en las fosas comunes, víctimas de las 626 masacres perpetradas por el ejército de Guatemala.
Las investigaciones del Proyecto de recuperación de la memoria histórica de la Iglesia católica y la Comisión de esclarecimiento histórico de la ONU reportaron 200.000 personas muertas, 45.000 desaparecidas, un millón y medio de desplazadas y decenas de miles de refugiados y refugiadas que cruzaron las fronteras del país.
No debemos olvidar que las víctimas fueron mayoritariamente indígenas (83%), formaban parte de los 23 pueblos que habitan la nación guatemalteca, todos con un bagaje cultural que es reconocido en este tipo de eventos en tanto objeto comercial, pero se olvida que los hilos dan cuenta de la labor y de la vida de estos pueblos, de su historia y su memoria.
En el juicio contra el expresidente Efraín Ríos Montt, que gobernó el país entre 1982 y 1983 tras haber accedido al poder mediante un golpe de Estado, los testimonios de las tejedoras y bordadoras ixiles que sobrevivieron en inhóspitas montañas y selvas resistiendo a la persecución, ofrecidos con su voz, en su idioma prohibido en aquel tiempo, se constituyeron en pruebas escalofriantes de uno de los capítulos recientes del exterminio y sometimiento de la población indígena.
En el tomo III del informe Guatemala: memoria del silencio puede leerse el testimonio de un soldado acerca de hechos ocurridos en marzo de 1982 en la región del Ixcán, al norte del Quiché: “'la tropa pensaba en el saqueo y en las violaciones como una práctica normal. Si caía bien la mujer, la dejaban ir, si no, la mataba el último.” Asimismo, en la nota titulada “Mujeres ixiles narran atrocidades cometidas por el Ejército”, publicada en el diario El Periódico el 3 de abril de este año (http://www.elperiodico.com.gt/es/ 20130403/pais/226580/) se recogen retazos de las declaraciones de diez sobrevivientes sobre la violencia sexual que sufrieron
Aunque los sectores poderosos, que temen los avances de las investigaciones judiciales por su involucramiento en esos hechos, niegan que en Guatemala ocurrió un genocidio, los hilos y las voces de los sobrevivientes, junto con su inconmensurable dignidad, sostienen la memoria. Tanta infamia no puede permanecer impune. Es necesaria la justicia para que estos hechos no sucedan nunca más.