La migración no es un fenómeno nuevo en nuestro país. Somos una nación de migrantes. Por varias razones, motivo quizás de otro artículo, la colonia más pobre del imperio español, paradójicamente llamada Costa Rica, atrajo a muchos migrantes de Iberia, quienes decidieron quedarse desafiando la lógica extractiva de la época.
Años después, la relativa escasez de mano de obra motivó la traída de esclavos de origen africano en el siglo XVII y, posteriormente, la llegada de trabajadores de China, Italia y Jamaica para el ferrocarril en la segunda mitad del siglo XIX.
El comercio del café y la situación política y económica del Viejo Mundo atrajo a grupos de alemanes, italianos, ingleses, belgas, españoles, libaneses y judíos del este de Europa. Durante la segunda mitad del siglo XX vinieron más migrantes, sobre todo latinoamericanos, huyendo de la represión política y la debacle económica en sus países.
Contribución. Todos han contribuido a lo que hoy es Costa Rica. Hacer una evaluación del impacto de la migración en Costa Rica no sería otra cosa que describir el desarrollo económico y social del país desde la colonia.
Bastan algunos ejemplos firmemente grabados en el ideario del ser costarricense: el descubrimiento de La Negrita por Juana de la Puebla de los Pardos (eufemismo para descendientes de esclavos), Juan Santamaría, el erizo (hijo natural de un guanacasteco de etnia negra), la fundación de la Segunda República por don Pepe Figueres (hijo de inmigrantes catalanes) y, más recientemente, los triunfos deportivos de las hermanas Poll (nacidas en Nicaragua de padres alemanes), Andrey Amador (de mamá rusa) y la Selección Nacional de Fútbol (¿se acuerdan de los goles de Medford, Wanchope, Campbell y Duarte?).
Todo esto sin mencionar la actividad económica desarrollada a partir del emprendimiento migrante en industrias importantes del país como comercio al por menor, construcción, alimentos y bebidas, agricultura, medios de comunicación, etc.
Aporte. Un estudio reciente del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible del Incae, con el apoyo de la Alianza Cammina, analiza la contribución del migrante a la economía costarricense.
De acuerdo con los datos oficiales más recientes, el 8,5% de la población del país nació en el extranjero, siendo Nicaragua el origen mayoritario. Al contabilizar únicamente sus salarios, la contribución de la población migrante es del 4,4% del PIB.
Nuestra estimación es que hasta un 12% del PIB se genera con el aporte del trabajo de la población extranjera.
La evidencia no demuestra que los inmigrantes sean más propensos a cometer delitos, ni que utilicen de manera desproporcionada los servicios de salud en relación con los no migrantes. Además, este grupo tiene, en términos proporcionales, un mayor número de graduados de primaria y secundaria que la población no migrante.
En el caso particular de los nicaragüenses, este grupo recibió más de $1.000 millones en salarios en el 2014. Una cuarta parte se envió como remesas a su país y el resto se gastó o invirtió en Costa Rica. Paradójicamente, Costa Rica recibe más remesas del exterior que las que “exporta”.
Labores vitales. Los trabajadores migrantes son vitales en algunas industrias como construcción, agricultura, turismo, transporte y seguridad. Muchos de nuestros hijos y adultos mayores son cuidados por migrantes. Se reporta que el 25% de las trabajadoras domésticas nacieron en el extranjero.
Esto ha permitido empoderar, sobre todo a la mujer, para que pueda dedicarse al estudio o actividades laborales fuera del hogar.
En la construcción, se estima que un 65% de los operarios y un 40% de los maestros de obra son inmigrantes. Este sector contribuye con un 4% del PIB y un 6% del empleo total y hasta el año 2021 se proyecta un crecimiento anual superior al 4%.
El 14% de los trabajadores agrícolas son migrantes. En actividades agrícolas de exportación como café, azúcar y melón, el 50% de los trabajadores estacionales nacieron en el extranjero. En otras industrias su participación es menos conocida.
El 4% de los choferes de bus no nacieron en Costa Rica, lo que equivale a la operación diaria de 1.500 buses. Mientras tanto, el 6% de los hombres migrantes trabajan en seguridad.
Desafiando los argumentos populistas y oportunistas, el aporte del migrante a la economía costarricense es medible, importante e incuestionable. Sin embargo, hay temas prioritarios por atender, entre ellos, la discriminación salarial y la menor cobertura de la seguridad social y prestaciones laborales.
Estas situaciones se pueden resolver a partir, primero, de la visibilización del tema, segundo, a través de un diálogo constructivo entre el gobierno y el sector empleador, y, finalmente, a través de la disminución de los costos de regularización.
El autor es director del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible del Incae (CLACDS).