Mucha gente que he conocido en años recientes no sabe dónde queda Costa Rica ni las características que nos hacen únicos. Es fácil decir cosas buenas de nuestro país, y el ejercicio se ha convertido en un buen hábito que disfruto practicar.
Nuestra autoimagen repercute en nuestra actitud. Reconocer nuestra imagen-país alimenta la intención colectiva de cuidar lo que tenemos y de procurar mejorarlo; de ser agradecidos con lo que nos ha sido dado por la naturaleza y lo que hemos heredado de nuestros antepasados; de destacar nuestras ventajas comparativas a nivel global para especializarnos y ser más competitivos; de identificar las oportunidades que a veces no percibimos; de diseñar estratégicamente el rumbo por seguir para revitalizar nuestros compromisos con la paz, la naturaleza, la justicia, la educación y la salud del pueblo.
Hay un principio fundamental en la gestión de promoción de inversiones: la empresa que no se instale en su país se instalará en algún otro.
Eso, para un país como el nuestro, son buenas noticias, porque podemos ser selectivos en atraer empresas que nos enriquezcan como nación y que representen oportunidades de trabajo para nuestros jóvenes. Igual podemos pensar del turismo.
Lo que nos fue dado. Dentro de los rasgos que hacen a Costa Rica única, suelo mencionar los que son propios de la geografía de un país tropical, localizado a solo nueve grados latitud norte de la línea del ecuador, bañado por dos océanos y con altitudes que van desde cero hasta 3.820 metros sobre el nivel del mar, en un territorio de poco más de 50.000 kilómetros cuadrados. Esa diversidad geográfica implica múltiples microclimas óptimos para diversos gustos turísticos o posibilidades agrícolas. También, para la selección de diferentes zonas residenciales. Es muy diferente vivir en Cahuita que en Tierra Blanca o en Naranjo. O visitar el Poás, el Reventazón o Sámara.
Hemos sido dotados de un riquísimo clima. En nuestro país, nadie muere de frío en invierno y nadie muere de calor en verano. Convivimos con una exquisita biodiversidad en plantas, animales y microorganismos. Eso nos convierte en un país de enorme potencial turístico y científico.
Contamos con un abundante recurso hídrico. Desde mantos acuíferos de agua potable en las montañas aledañas al imponente Valle Central, hasta múltiples torrentes de ríos que nacen en las montañas y desembocan en el mar. Eso nos ha dado ecosistemas muy ricos a lo largo de estas cuencas, así como la posibilidad de generación hidroeléctrica.
El contar con 1.500 kilómetros de costa a pesar de nuestro pequeño tamaño, es una enorme fortuna. Esto representa ventajas comerciales, turísticas, alimentarias y energéticas de gran potencial.
Algunas otras virtudes las hemos elegido, gracias a la visión de nuestros antepasados. Por ejemplo, la buena cobertura en salud y educación públicas. Somos una rareza en el mundo por haber instituido esos principios desde hace tanto tiempo.
Hemos elegido la conservación ambiental así como elegimos la desmilitarización hace más de seis décadas. Nuestra sólida Constitución Política consagra, además, la libertad, la democracia y el Estado de derecho como valores para mejorar la coexistencia pacífica entre nuestra gente y con nuestros vecinos.
Oportunidades inexploradas. Hay algunas oportunidades que aún no aprovechamos. Deberíamos fomentar más atletas de talla internacional como Nery Brenes, Andrey Amador o Leonardo Chacón. Deberíamos ser, frecuentemente, campeones mundiales de surf y de ciclismo de montaña, también de kayak de río y de múltiples otros deportes que se pueden practicar en nuestro país cualquier día del año.
Contamos con un enorme potencial para la generación de energías limpias, renovables, y que nos impulsen hacia la ética de la sostenibilidad y la restauración ambiental. Nuestro diminuto territorio tiene nueve volcanes activos. Australia y Brasil, casi 200 veces más grandes que nosotros, no tienen ninguno. La geotermia debería ser el camino por seguir para algunas zonas del país. En otras zonas, la fuerza del viento tiene vocación para generar energía eólica. Nuestras dos costas tienen oscilaciones en mareas que son propicias para generar energía por medio de estos masivos movimientos de agua que suceden naturalmente todos los días. Finalmente, la cercanía con el ecuador implica abundancia en horas de sol al año para la generación de energía solar.
Esto nos ha sido dado, y requeriremos de liderazgo y madurez al tomar las decisiones necesarias para aprovechar estas riquezas ociosas.
Estas características me sirven para narrar, en pocas palabras, la imagen-país de Costa Rica que quiero compartir con quienes desean conocernos mejor.
Me resulta sencillo explicar que Costa Rica es pura vida , y nunca desaprovecho la oportunidad de traducir que esta “rica costa es vida pura.”