La construcción social de la desigualdad en Costa Rica ha sido dibujada por Carlos Sojo en el libro recientemente publicado “Igualiticos”. En esta obra se pueden recorrer sus diferentes etapas en la historia de Costa Rica. Los hallazgos provocan nuevas preguntas e invitan a imaginar otros enfoques, por ejemplo: ¿tendremos como objetivo con nuestras políticas públicas lograr la equidad imaginándonos igualiticas?
La desigualdad puede ser abordada desde la distribución, las relaciones, las oportunidades etc. No obstante es mejor olvidar la desigualdad para tomar la ruta de la equidad. La equidad para la mujer debe de considerar el género, pero también las nuevas construcciones sociales y su potencial de desarrollo en la era del conocimiento.
Lograr la equidad. La idea es olvidar la “pobrecitica” y la “igualitica”, para pretender la equidad que promueve la riqueza de las diferencias. La equidad como condición necesaria para lograr un fin mayor como la libertad o la realización, requiere al menos dos vectores: el acceso al conocimiento (no a la educación, solamente) y un ecosistema flexible para emprender.
El acceso a las oportunidades en esta época depende del acceso al conocimiento, que no siempre significa formación académica, más bien, significa tener la capacidad para identificar el conocimiento que se requiere y tener acceso a este. Ese conocimiento puede ser para emprender, para desarrollar nuevas competencias, para conseguir empleo de calidad o establecer redes sociales.
El Global Entrepreneurship Monitor del London Business School, en el más reciente reporte mundial de mujer empresaria, encontró que tener trabajo y contar con una red social que incluya otras emprendedoras, predicen mejor la empresariedad que el nivel educativo o el ingreso familiar. Además que los factores de percepción que reflejan optimismo, confianza en si misma, bajo temor al riesgo o fracaso son importantes para predecir la empresariedad.
La mayoría de empresas de mujeres, no son empresas: en Costa Rica el parque empresarial informal está compuesto en su mayoría, por microempresa propiedad de mujeres. Ellas no se consideran empresarias y la ley tampoco las considera. Esas desigualdades económicas, simbólicas culturales, o de género, pueden superarse con una inversión estratégica en un ecosistema de negocios más flexible y adecuado para este sector.
Desde 1997 las Naciones Unidas, en sus declaraciones, promueve una mayor inversión en la mujer por tres razones poco románticas. En primer lugar, el retorno de la inversión en mujer es mayor que en hombres. Además la mujer está más dispuesta a compartir sus ganancias con la familia y la comunidad. Finalmente, la mujer es mejor sujeto de crédito.
Entonces, alguna inversión en incentivos para la microempresa informal, entendiendo que es, en general, propiedad de mujeres, requiere una política pública avant garde . En síntesis, dos estrategias, una fiscal y una de salud y seguridad social, podrían cambiar la historia.
Reforma fiscal. Se programa una reforma fiscal en la que se considera un esquema dual. Siguiendo esa estrategia, sería muy conveniente aplicarlo a la Seguridad Social. En concreto, se podría tener un esquema para microempresa en sus primeros tres años y otro para el resto de patronos.
El esquema podría ser el pago diferenciado para salud y pensión, tanto por parte del patrono como del asalariado. Los números son una buena noticia para la seguridad social y para estas empresas. La estrategia no fomenta la informalidad, ni la conformidad, pues la empresa tendrá tres años para consolidarse y empezar a crecer, en tamaño, productividad o ambas.
Por otro lado, un incentivo fiscal para empresas independiente de su tamaño, que permita que deduzca de impuesto de ventas o valor agregado, hasta un 10%, para invertirlo en asociaciones de mujeres que crean empresa colectiva o consorcios. Otra fuente podría ser Banca para desarrollo. Esto haría que cientos se formalicen para participar en estas asociaciones que las acompañarían en su proceso para ser competitivas y formales.
Mejor libres, realizadas, felices que igualiticas... En palabras de Carlos Sojo, constatamos con optimismo que las aspiraciones de equidad han desempeñado un papel central en los procesos de cambio social y político del país hacia nuevos horizontes de bienestar. El presente no tiene por qué ser excepcional.