El ICE decidió remunerar a sus futuros empleados con una modalidad de salario único. Esto, en principio, parece bien, pero todo está en los detalles que aún no se conocen.
Cabe preguntarle al ICE: ¿En qué percentil ubicarán las diversas clases y puestos? ¿Quién hará los estudios de mercado: el ICE o una empresa independiente? ¿Tienen ya el primer estudio? ¿Cuál es el tamaño de la muestra? ¿Qué tipo de empresas (que tengan correspondencia con la estructura y personal del ICE) se muestrearon? ¿Cuál fue el resultado de dicho estudio? Si no está hecho, ¿con base en qué criterios técnicos pagarán los nuevos salarios?
Si la remuneración está sujeta al mercado para la respectiva clase y puesto, ¿cada cuánto tiempo se actualizará ese estudio?
Entretanto, ¿aplicarán a estos salarios los ajustes semestrales por costo de vida? ¿Otorgarán a los nuevos empleados los restantes beneficios establecidos en el Estatuto de Personal del ICE (algunos de ellos de naturaleza inequívocamente salarial)? El salario escolar, ¿provendrá de un ahorro del salario que se pague al trabajador o será un decimocuarto mes con cargo al patrono?
¿De qué tamaño es la franja de desviación permitida: más-menos cuánto sobre o bajo el 100% del percentil fijado?
Si hay una desviación sobre la franja aceptable, ¿cómo va a corregirla el patrono?
El nuevo salario global, ¿está calculado teniendo en cuenta las remuneraciones a las clases y puestos que actualmente paga el ICE? ¿Sobre el salario base actual en cada caso o sobre salario más pluses actuales?
No son todas las preguntas que deben ser formuladas, pero sí algunas de las respuestas pendientes. Dependiendo del diseño del modelo, así serán los resultados. Un mal diseño será catastrófico para las finanzas futuras del ICE.
Pablo Ureña es abogado.