Hace algunos años, muchos médicos, inversionistas privados y un grupo de promotores se dieron a la tarea de innovar en Costa Rica y traer un hospital privado y moderno con la intención de mostrar al capital privado la mejor inversión que representaba, lo cual resultó una gran falsedad, no por ser mal negocio, ¡sino por ser socio e inversionista! Aquí la historia:
Don Carlos Alvarado Moya, hoy privado de libertad y accionista mayoritario del extinto Banco Elca, buscó un grupo de 10 inversionistas promotores iniciales, llamado Grupo Promotor y estos iniciaron la búsqueda de médicos interesados en comprar acciones y comprar derechos de uso de los consultorios.
Luego se invitó a varios inversionistas a participar en el mejor proyecto productivo de utilidades (así promocionaba otra gran falsedad) y junto al Grupo Promotor se constituyó el grupo completo de inversionistas burlados que compraron acciones con derecho a varios descuentos en compras y hospitalización, así como exámenes anuales en planes familiares que se comercializaron y utilidades en la empresa, de todo lo cual únicamente se mantiene el descuento (10%) que también se le hace a todos los adultos y los exámenes básicos de sangre, heces y orina como único beneficio para la mayoría de inversionistas nacionales.
Con los fondos iniciales, se compró el terreno (que hoy aparentemente ya ni siquiera pertenece al Hospital y sus socios) y se iniciaron los planes para llevar a cabo el inicio del mega proyecto. Hoy, casi 12 años después, ninguno de los inversionistas ha recibido un cinco de dividendos pues el señor Carlos Alvarado Moya le vendió la mayoría de las participaciones a International Hospital Corporation quienes han emitido nuevas acciones y son dueños de más del 51% del Hospital.
Ellos, haciendo gala de su administración, son los únicos que conocen quién es el propietario de la tierra y sus bienes en los que inversionistas nacionales actuando de buena fe invirtieron sus ahorros. Además, como agradecimiento a los que inauguraron el Hospital, quitaron la placa que se puso en la entrada y pusieron en su lugar una con los nombres de los directivos de International Hospital Corporation sin motivo alguno, lo cual es una ofensa al nombre de muchas personas honorables que ya fallecieron y estaban allí en la placa.
Ellos hacen sus juntas directivas en forma privada y en la mayoría de las ocasiones ni siquiera se juntan en Costa Rica. Cuando hacen asambleas generales, convocan los puntos que ellos desean sin siquiera seguir las estipulaciones del Código de Comercio, haciendo lo que quieren, sin leer las actas de asambleas anteriores, sin presentar los últimos estados financieros auditados ni darles copia a los socios de los balances societarios.
Eso sí, bastante dadivosos, les dicen a los socios que si quieren pueden ver los balances, pero no permiten copiarlos, derecho que todo accionista y dueño de una empresa tiene. No sabemos si es con la intención de ocultar algo o bien para evitar que algo se descubra, pero al tener ellos el quórum suficiente por ser mayoría gracias a las aparentes malas o pésimas negociaciones del hoy privado de libertad, tomando los acuerdos que a ellos les convienen, nadie más se entera de lo que sucede en ese hermético mundo hospitalario.
No se entiende por qué el B.C.I.E. y el Banco Nacional de Costa Rica, que financiaron una gran parte del proyecto, no han hecho una auditoría desde el inicio del proyecto, en el cual se invirtieron muchos millones de dólares prestados por estas dos entidades con la garantía del inmueble. Tampoco se entiende cómo la Tributación Directa del Ministerio de Hacienda no investiga cómo se pagan las hospitalizaciones provenientes del extranjero, que se negocian por medio de la entidad dueña hoy de la mayoría de las acciones.