La economía estadounidense en el 2013 creció un 1,9%, mostrando una desaceleración respecto del 2012, cuando su crecimiento fue del 2,8%. Sin embargo, resulta esperanzador que los datos para el último trimestre del año pasado arrojan una expansión del 2,6% en comparación con el mismo lapso del 2012. Los impulsos provienen del consumo personal, exportaciones, la inversión fija no residencial y la provisión de inventarios, compensando, en parte, las contracciones registradas en el gasto público (consumo e inversión fija), las importaciones y la inversión fija residencial. La capacidad total de utilización es del 78%, mostrando una suave tendencia creciente, y se espera que prosiga en los próximos meses. Las expectativas para el 2014 son que esta economía crezca un 2,8%.
Finanzas y empleo. El acuerdo presupuestario bipartito permitió un mayor endeudamiento público, mitigando la incertidumbre de corto plazo en cuanto al flujo de caja oficial, pero, más allá de este plazo, persiste. Desde hace un lustro, el déficit respecto de la producción viene cediendo y, para el presente ejercicio, se estima en 6,4%. Por su parte, el nivel de endeudamiento respecto de la producción para este año se espera en 105,7%. A partir del 2011, dicho indicador muestra un crecimiento más cauto. El año pasado, el desempleo cerró en 7,4% y, recientemente, se ubicó en 6,7%, un buen indicio, pero queda pendiente consolidarlo. La meta es conducir este indicador a un 5% para considerarlo de pleno empleo.
Política monetaria. La Reserva Federal mantiene un objetivo de inflación del 2% a medio y largo plazo. Está dispuesta a tolerar niveles inflacionarios hacia ese objetivo, toda vez que sea acompañada por una adecuada evolución económica. Asimismo, no se desea caer en la zona deflacionaria, acompañada por una desactivación económica. Una de las lecciones de la crisis financiera fue el riesgo de liquidez.
En línea con los acuerdos de Basilea, los intermediarios deberán reestructurar sus carteras, de manera que tengan a la mano mayores disponibilidades de liquidez, anticipando cualquier eventualidad adversa.
La política monetaria expansiva aplicada en menores dosis evidencia un retorno a la normalidad, pero aún no a la estabilidad.
Políticas macroprudenciales. Se creó el Consejo Supervisor de la Estabilidad Financiera, dirigido por el secretario del Tesoro. Se compone de los reguladores financieros federales, los de valores y la Reserva Federal. La idea es que, en conjunto, identifiquen y mitiguen las amenazas a la estabilidad financiera. En esa línea, están facultados para declarar a cualquier organización financiera como sistémicamente importante, en el marco moderno de la gestión de riesgos. Respecto a los resultados de las últimas pruebas de estrés (stress testing), aplicadas a una muestra de los 30 bancos más grandes dentro de la plaza estadounidense, solo Zions Bancorp no las soportó. Finalmente, si bien esta economía presenta síntomas de recuperación, aún se mantiene en observación.