¿Tramposas, esas actividades de Donald Trump? Lo más seguro es que quién sabe… Ni bueno ni malo, sino todo lo contrario.
En afán histórico (¿o histriónico?) me puse a comparar ese aspecto con el cuadro ese de “las tres Gracias”, de Rubens: femenino, felino, famoso.
Folleto publicitario. También tengo en mente un folleto publicitario de un cirujano estético, experto en tetología (cobarde corrector: me lo cambia a “teología”). Tal como se visualiza como soporte o lifting de mi artículo, en astuta mercadotecnia, en una de esas revistas que ofrece una línea aérea, se presenta una variante de ese juego de las siete diferencias. ¡Cómo no! La foto de la derecha muestra todo un meritorio trabajo de reducción de glúteos, lo mismo por la sentaderas como por la “panza”; se echa de ver, además, el realce de pechonalidad (como dicen por allí).
Me alegro: y ya lo prueban esas damiselas, encarnaciones encarnadas, en camiseta como en traje de baño, volvamos a la aurea mediocritas de los romanos. Esos promontorios, mejor nada de mañas amañadas, ni flacuchentas anorexias ni tipo globo de cumpleaños, a punto de reventar: ¡ni muy, muy, ni tan, tan!
Lástima que la estética últimamente se suele reducir a las tetas, aparte de alguna que otra cosa tétrica.