Un colaborador de esta misma página, don Luis C. Ramírez Zamora, plantea algo así como dos hipótesis insensatas: que San Agustín haya influido en el desdén por el trabajo manual y que haya estado influido, ese gigante del pensamiento cristiano, más por Platón y Plotino, que por las Escrituras neotestamentarias.
Se atreve a decir el señor Ramírez que San Agustín "consideraba el trabajo como un mal". Así como suena.
Para quien haya leído al menos algo de la obra gigantesca del Aguila de Hipona, todo lo dicho por el señor Ramírez no solo es falso, sino insensato.
En efecto, casi no hay obra de San Agustín en que no trate asuntos con referencias sapientísimas a las Sagradas Escrituras. En particular, dedica obras enteras al comentario de libros del Nuevo Testamento.
De manera que se equivoca de plano quien afirme que San Agustín ha sido influenciado más por escritores paganos que por las Sagradas Escrituras. No es este el espacio para incluir la lista de obras de San Agustín, pero sirva de referencia que en la BAC la edición ocupó dieciocho tomos y varios de ellos son exposiciones monográficas de libros del Nuevo Testamento.
En cuanto al segundo punto, el aprecio por el trabajo en todas sus formas, hay una obra de San Agustín que se titula De opere monachorum (Sobre el trabajo de los monjes). En esa obra --para quien quiera tratar las cosas con seriedad-- se ocupa San Agustín del trabajo manual en San Pablo; analiza la exhortación de ese Apóstol al trabajo; enseña a los monjes el sentido correcto de "Quien no trabaja, que no coma"; la dignidad del trabajo manual; la dignidad del trabajo efectuado con honradez y sin fraude; que una cosa es el trabajo que produce y otra la especulación sin trabajo físico...
La vida de San Agustín es un ejemplo vivo de trabajo. Fue el fundador de monasterios en que el trabajo físico ocupaba un lugar central con un gran sentido cristiano...
?Por qué los herejes critican tanto a San Agustín si no lo conocen?
Lo menos agradable de esto es el poco sentido de la caridad con quien se prodigó --como San Agustín-- en el amor a los demás, tanto en los días de su paso terrenal como a través del tiempo con la maravilla de sus escritos.
No ha de quedar, entonces, la menor duda del profundo conocimiento escriturístico de San Agustín y de su inmenso aprecio por el trabajo manual e intelectual. No es bueno difamar ni a los vivos ni a los difuntos, mucho menos a los santos.