El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) expone varias acepciones para mito y leyenda. En las que interesan, para mito entiende aquella persona o cosa a las que se le atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen. Por su parte, respecto de leyenda, la RAE refiere a una relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos.
Los votos nulos y los votos en blanco parecieran tener en nuestro país un poco de ambos significados. Son los votos nulos y los votos en blanco tanto un mito como también una leyenda en materia electoral.
En aras de desmitificar y eliminar esas quimeras que cada cuatro años nos enfrentan a una auténtica fábula electoral, valga insistir en que los votos nulos y los votos en blanco no son votos que cuenten como votos válidamente emitidos.
Una estadística. Los votos nulos y los votos en blanco no se suman al candidato que obtiene más votos, tampoco se suman ni restan al porcentaje necesario para definir si hay, o no, una segunda vuelta. Los votos nulos y los votos en blanco son una estadística y cifra más, y tienen el mismo efecto que quedarse en la casa y no ir a votar.
Es cierto que en otros ámbitos –por ejemplo, en la escogencia del Directorio de la Asamblea Legislativa– estos votos pueden tener alguna validez; no obstante, se reitera, en la escogencia de los cargos de elección popular en Costa Rica dichos votos no cuentan para el ganador. El mito y leyenda de los votos nulos y los votos en blanco debe borrarse del imaginario colectivo no solo por equivocados, sino también porque su exacerbación, según se ha sostenido en otras oportunidades, fácilmente puede ser objeto de tergiversaciones, falsas expectativas e, incluso, sustento de teorías conspirativas.