La Asamblea General de las Naciones Unidas, atendiendo la recomendación de la Comisión de Asentamientos Humanos, emitió en 1985 la resolución 40/202A, que establece que el primer lunes de octubre de cada año se conmemorará el Día Mundial del Hábitat.
Cada año se concentra en algún ámbito particular, y en este 2015 corresponde reflexionar y actuar con respecto a los espacios públicos para todos.
Entendemos los espacios públicos como la sumatoria de los lugares físicos y la gente que los usa. Son los grandes pilares de las ciudades y son lugares gratuitos, como parques, calles, aceras, áreas recreativas, deportivas y de disfrute.
Por ello, son también espacios democráticos, solidarios, que invitan al encuentro y convivencia entre la infinita diversidad social que caracteriza a las ciudades y las comunidades.
Observando la interacción en el Parque Metropolitano La Sabana, esas magníficas 72 hectáreas que en 1873 el sacerdote Manuel Antonio Chapuí de Torres donó a la ciudad de San José, no podemos dejar de pensar que este espacio público es una de las grandes riquezas que como ciudadanía poseemos.
Allí convergemos todos, allí volvemos a ser esa sociedad pluralista, integrada, que se sonríe amablemente sin distancias.
Reflexionando al respecto, llaman mi atención dos elementos de nuestra realidad urbanística actual: cada nuevo desarrollo tiende a ser más cerrado, más aislado y propicia la segregación social y una ciudadanía cada día más dividida entre riqueza y pobreza. La política nacional sobre condominios lo permite.
El otro elemento que resulta digno de revisión es que la ley que dicta los lineamientos para los desarrollos urbanísticos, que se hacen con los recursos del subsidio estatal (“bono para la vivienda”), es poco exigente cuando de espacios públicos se trata.
Las grandes desarrolladoras de la mal llamada “vivienda social” (digo esto porque considero que toda la vivienda es social) se dedican a hacer casas, pero no a desarrollar espacios urbanos armoniosos, que inviten a crear comunidad entre sus ocupantes y a apropiarse de su hábitat para darle identidad, cuidado, protección y disfrute a su entorno cotidiano.
Ojalá el bono comunitario que el Ministerio de Vivienda se ha propuesto promover, y para el cual ya se hizo el primer llamado a presentar propuestas, genere muchos espacios públicos en las comunidades pobladas de viviendas muy pequeñas con escasas o ausentes áreas verdes, en donde es urgente desarrollar áreas recreativas como un derecho ciudadano.
Esto ayudará a tener una mejor salud física y emocional y una mejor convivencia, así como a la alegría y la felicidad de las personas.
Andrea Anfossi-Gómez es directora ejecutiva de Hábitat para la Humanidad-Costa Rica.