El pasado 19 de octubre fui invitada a participar como panelista en uno de los foros de la Tercera Edición de la Cumbre sobre Competitividad organizada por AMCHAM. El tema central del evento: “¿Cuál es la Costa Rica que necesitamos al 2020?,” y, más importante aún, ¿cuáles acciones prioritarias debemos efectuar en los próximos 8 años a fin conseguir los objetivos trazados?
A lo largo de las constructivas reflexiones, si algo quedó claro, fue el rol estratégico que la educación y la innovación están llamadas a cumplir, como el nervio de un más potente motor de crecimiento y de generación de riqueza desde la formación y desarrollo de un recurso humano que produzca con un alto nivel de valor agregado.
Apostar a la educación no es una receta nueva. La educación, ha sido uno de los pilares de nuestra madurez democrática, estabilidad política y de la paz social. Ha sido también una piedra angular para contar con una fuerza laboral que hizo posible nuestro crecimiento económico y el multiplicar nuestras exportaciones a $10.000 millones de dólares, atraer anualmente inversión extranjera por el orden de los $2.000 millones, y aumentar el ingreso per cápita a $9.000 dólares.
Sin embargo debemos reconocer que ese crecimiento económico no ha beneficiado por igual a todos. Llevamos ya varios años sin poder disminuir significativamente la pobreza del 20%, y, si queremos alcanzar los niveles de productividad y competitividad que el país requiere, para avanzar significativamente en nuestros índices de desarrollo humano, debemos realizar cambios más profundos.
Se requieren mejoras en cobertura, calidad y pertinencia. Debemos también adoptar la recomendación realizada por los tres informes del Estado de la Educación y declarar como obligatoria la educación diversificada; claro está, acompañando tal decisión con los recursos técnicos y monetarios que tal compromiso demande.
Como país debemos concentrarnos en fortalecer la educación técnica y aspirar a subir la matrícula del 20% al 60%, como lo hacen países con modelos exitosos como Holanda, Suiza y Finlandia.
Hay que reforzar áreas estratégicas como la enseñanza de las ciencias y las matemáticas. Mejorar la articulación entre las instituciones de la educación superior y parauniversitarias, teniendo en mente las demandas del mercado. No estamos renunciando a los humanistas, sino aspirando a tener más personas en las ingenierías.
Soy una convencida de que lograr una más amplia fuerza laboral altamente calificada es la mejor receta para ser grandes ganadores en la era del conocimiento y poder garantizarles a las nuevas generaciones mejores niveles de bienestar.