Quizás llegó el momento de buscar culpables. Pero, antes, es la hora de salvar, de sacar de la crisis, de repensar el futuro del Banco Crédito Agrícola de Cartago (Bancrédito).
Una cadena de hechos han debilitado esta entidad –de 98 años de existencia y que por ley tiene el respaldo del Estado–, al punto de que salió a pedir auxilio al gobierno para que le inyecte ¢6.000 millones.
Además, clama por que el Estado le traslade negocios que le generen ingresos, como la administración de fondos para pequeñas y medianas empresas (pymes) y el del Consejo Nacional de Préstamos para la Educación (Conape).
Sin embargo, ¿qué garantiza que la cúpula que lidera Bancrédito dará el mejor rendimiento si el gobierno le responde a su pliego de pedidos?
Ya, en la última década, el Banco ha estado inmerso en atender a pymes y en la administración del fondo del Sistema de Banca para el Desarrollo, pero, no ha sido exitoso.
Pero el acabose está en los tres préstamos malos, que cayeron en impago, y los cuales hicieron bajar sus ganancias al punto de que en agosto sumaron ¢14,5 millones y, en setiembre, aumentaron a ¢200 millones, sumas mínimas comparadas con los ¢2.600 millones de hace tres años.
Aún no se revela cuál es el monto (los miles de millones) de estos tres créditos malos que ahondan el deterioro financiero; tampoco se indica quiénes son los empresarios que lanzaron al Banco a este tobogán y, menos, se dice quién en el banco público autorizó operaciones que al final resultaron muy complicadas.
Definitivamente, el análisis crediticio falló, porque si tres créditos impagos se trajeron al suelo las utilidades, es debido a que se pusieron todos los huevos en la misma canasta.
En ese sentido, la administración ha errado porque no solo perdió negocios de servicios como Banca para el Desarrollo, que le generaban jugosas ganancias, sino que a la hora de prestar dinero se equivocó. Por eso, es la coyuntura ideal para examinar si el Estado, si el gobierno, colocó allí las personas idóneas.
El futuro de Bancrédito es foco de discusión desde 1998, cuando se habló de fusionarlo al Banco Nacional... el debate aún sigue y se requiere sacar a los politiqueros, consultar a los técnicos y remover a los han causado la crisis.
El autor es jefe de redacción en La Nación.