Costa Rica se ha distinguido por sus esfuerzos en la creación de las áreas protegidas y por la conservación de los recursos naturales en los últimos 40 años. Nuestro país ha venido utilizando los recursos naturales como la principal atracción para turistas e inversionistas de todo el mundo. Desde finales de la década de los años 80 al visitante se le comenzó a vender la idea de que éramos un país verde, cuya prioridad era la conservación de la flora y la fauna.
Lamentablemente, con el tiempo nos hemos dado cuenta de que nuestros últimos Gobiernos no son consecuentes con lo que predican. Los que hemos trabajado por muchos años en investigación y conservación de los recursos naturales en este país, hemos notado la falta de concordancia entre lo que se dice y lo que se hace.
¿No les da verguenza a los políticos que dirigen este país hablar de que estamos conservando la biodiversidad, pregonando a nivel internacional sobre los recursos naturales y cómo los protegemos, si por otro lado se hace todo lo contrario? El Sr. ministro de Información, Francisco Chacón, dice no saber por qué la mandataria Chinchilla aparece tan baja en las encuestas de opinión. Bueno, yo podría darle dos ejemplos en el campo de la conservación de los recursos naturales por los cuales eso está sucediendo.
Primer ejemplo: el 17 de marzo apareció la noticia de que nuestro país le regala al nuevo papa Francisco un árbol sembrado en el INBIO, como muestra de cariño de un país que ama y cuida la biodiversidad. ¿Suena lindo, no? El problema es que el gobierno de la Sra. Chinchilla no es consecuente con lo que predica, pues, por otro lado, el Sr. ministro de Ambiente y Energía y Mares (Minae), René Castro, está apoyando la segregación de 1.000 has del Parque Nacional Rincón de la Vieja para generar energía geotérmica. Lo más lamentable de esta acción sería que perderíamos miles de árboles de un ecosistema único en Centroamérica, parte de un sitio de Patrimonio de la Humanidad, por el cual tenemos compromisos internacionales. Aunque decimos que cuidamos el ambiente, tenemos un ministro que pareciera estar más preocupado por la energía que por los recursos naturales.
Se argumenta que se cambiarán esos terrenos por otros cercanos; sin embargo, estamos hablando de un ecosistema muy complejo, que involucra miles de especies de plantas y animales que nunca podrán ser recuperados.
Si lo ponemos en la balanza de la vida, la cercenación de 1.000 has de bosque jamás será más importante que la necesidad de cuidar los escasos y frágiles ecosistemas que aún nos quedan. La señal que estamos enviando al mundo es que decimos una cosa y hacemos otra, tenemos que dejar la visión cortoplacista y comenzar a pensar hacia el futuro.
El otro ejemplo que quiero dar es el del Parque Nacional Corcovado, que se encuentra en crisis desde el año pasado por la invasión de cientos de oreros, que están deteriorando los recursos naturales dentro de esa área protegida, incluyendo plantas y animales. Desde setiembre del 2012 dimos la alerta sobre las implicaciones que esta práctica está teniendo en la conservación de la biodiversidad de la zona. Esto sin entrar a analizar la importancia que tiene Corcovado en la atracción de turismo a la península de Osa, una de las fuentes principales de trabajo de la zona. Sin embargo, las medidas tomadas por el Gobierno han sido tímidas, sin darle la importancia que este problema merece.
Doña Laura, ¿no sería mejor si de verdad fuéramos consecuentes con el discurso de que somos un país verde y que respeta los recursos naturales y nos convertimos realmente en un ejemplo para el mundo sobre lo que se debe hacer para mitigar el efecto de cambio climático global y mejorar la calidad de vida del ser humano en este planeta? Nuestra riqueza no está en el oro, petróleo o cualquier bien material pasajero. Nuestra riqueza está en los recursos naturales que hemos cuidado a medias en los últimos años.
Costa Rica ha sido un país que ha hecho un gran esfuerzo en la conservación de los recursos naturales. Pedimos a nuestros gobernantes que dejen de lado el doble discurso y sean firmes en la conservación de la biodiversidad y de nuestras áreas protegidas. Debemos ser consecuentes y tomar de nuevo un liderazgo en este campo, haciendo conciencia de que lo estamos haciendo por nosotros, nuestros hijos y por la vida en el planeta.
Eduardo Carrillo. Director, Instituto Internacional en Manejo de Vida Silvestre, Univ. Nacional