La inmunidad política es un privilegio muy criticado por el Partido Acción Ciudadana desde su fundación. Los diputados, ministros, magistrados y el presidente tienen inmunidad constitucional: no pueden ser juzgados como cualquier otra persona salvo que, después de una investigación de la Corte Suprema de Justicia, la Asamblea Legislativa lo autorice por mayoría de 38 votos (y nunca se llega a votar el acuerdo respectivo porque el asunto se atrasa y atrasa).
Pero ser juzgado no significa ser condenado. Al mantenérsele la inmunidad a un diputado se le está impidiendo probar que no es culpable de lo que se le acusa.
Como los diputados de Acción Ciudadana renunciaron a su inmunidad (y por eso y por otras cosas a las que renunciaron es que sacaron los votos para llegar a sus curules) no se vale ahora que, ante un caso concreto, pongan peros, excusas o atrasen procesos. Simplemente, que renuncien a la inmunidad. Así serán juzgados por tribunales comunes y no por tribunales políticos. Además, no tendrán para siempre la vergüenza de haber hecho promesas en campaña y haberse quitado después.
Sin excusas. Que no vengan ahora con que deben “esperar la notificación”, que deben “reflexionar al respecto” ni con que antes de renunciar al privilegio los otros compañeros deban tener una “discusión detallada”. Compromiso es compromiso.
En unas semanas, Acción Ciudadana escogerá nuevos candidatos a diputados; luego, vendrán los vicepresidentes, y yo espero que los ministros. Se les pedirá firmar un Código de Ética, pero este debe ser para que se cumpla de verdad y no para que, llegado el momento, se trate de “dimensionar” en sus efectos.
En cuanto a la renuncia a la inmunidad, creo que debe quedar firmada por cada uno, en poder de un Comité de Honor con capacidad de entregarla a quien corresponda si es que se llega el momento de hacerla valer.
El electorado costarricense no come cuento y hay quienes seguiremos votando por Acción Ciudadana si se dan muestras sólidas e inconmovibles de combate a privilegios, pero no solo a los ajenos, también a los propios.
El autor es exdefensor de los habitantes.