El desempleo y la falta de crecimiento económico están entre los principales problemas que enfrenta el país.
Por el reducido tamaño del mercado nacional, Costa Rica ha dependido de las exportaciones, el turismo y actividades relacionadas para generar empleos y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Desde el 2012, sin embargo, las exportaciones han perdido dinamismo y el desempleo, subempleo y empleo informal han aumentado en forma alarmante. No hay una estrategia clara para devolverle el empuje a la economía y a la generación de empleo, especialmente para jóvenes, mujeres y habitantes en zonas alejadas del centro del país.
La sobrevaluación del colón, acumulada desde hace varios años pero agravada el último año, unida a devaluaciones hasta de un 60% en países con los que Costa Rica compite, hace que las exportaciones y el turismo se vuelvan más caras y por lo tanto menos competitivas. Peor aún las dirigidas a Europa, Japón y China, que también han devaluado fuertemente sus monedas frente al dólar.
Asimismo, esta distorsión hace que las importaciones se vuelvan mas baratas, lo cual afecta la producción nacional, agrícola e industrial dirigida al mercado interno.
Esta situación, más que ninguna otra coyuntura, repercute en menor crecimiento económico y más desempleo.
Distinguidos economistas y altos funcionarios han argumentado que el mercado cambiario está en equilibrio y que la devaluación del colón, a diferencia del resto del mundo, es innecesaria e inútil en Costa Rica.
Por la importancia del tema, cabe profundizar en las posibles causas de este aparente equilibrio y sobrevaluación, para ver si algo fundamental ha cambiado en la estructura de la producción y de la inversión directa o si es un fenómeno financiero a corto plazo.
La fuerza laboral, desafortunadamente, no ha cambiado el perfil educativo y la gran mayoría de los trabajadores no ha concluido la secundaria. La mitad, cerca de un millón de trabajadores, subsiste con trabajos informales.
Endeudamiento externo. Asimismo, es de conocimiento público que en la infraestructura los costos de los servicios públicos, el margen de intermediación financiera y otros elementos que afectan la productividad no hay cambios fundamentales sino hasta deterioro.
¿Por qué, entonces, hay un exceso de dólares en la economía?
Como se puede ver en el cuadro adjunto, el endeudamiento externo de Costa Rica aumentó casi dos veces y media en poco más de siete años.
Un aumento de más de doce mil millones de dólares. En solo el último año, hasta el primer trimestre del 2015, donde hay datos disponibles del Banco Central, el aumento fue de mas de tres mil millones de dólares.
El Gobierno y el sistema financiero han asumido deudas en el exterior en virtud de dinero barato y abundante, como ha sido la historia de muchos países, incluido el nuestro. Luego viene la resaca.
Las instituciones financieras, excluido el Banco Central, más que duplicaron sus pasivos externos. Estos pasaron de $2.632 millones en julio del 2012 a $5.524 millones en julio de este año.
En esos mismos tres años, el saldo de crédito al sector privado en moneda extranjera pasó de $8.146 millones a $12.070 millones. Un aumento de casi $4.000 millones, con una parte considerable en carteras inmobiliarias y de consumo que se monetizan en colones.
Todo esto ha aumentado enormemente el riesgo y la vulnerabilidad del país, del sistema financiero y de los deudores nacionales e inundado al mercado local de dólares.
Una de las causas del crecimiento del crédito en dólares es la diferencia en las tasas de interés. Comparando las tasas activas promedio del sistema financiero en dólares y colones, resulta que estas ultimas son un 68% más altas que las primeras (un 15,95% contra un 9,49%).
Esto con tasas pasivas promedio de un 4,14% en colones y un 1,03% en dólares, que dan como resultado exagerados márgenes de intermediación.
En todo este endeudamiento externo y distorsiones financieras, los bancos del Estado y el Gobierno tienen la mayor responsabilidad.
Aparte de estos aspectos, hay que considerar que en la inversión extranjera uno de sus mayores componentes en años recientes ha sido la inversión inmobiliaria: $1.160 millones en el 2013 y $762 millones en el 2014.
Las cifras son mayores que las exportaciones de café o de banano y distorsionan el valor relativo de estas. Sobre todo que estos flujos no parecen ser sostenibles en el tiempo.
El mayor endeudamiento externo y la inversión extranjera inmobiliaria aunados a mercados financieros ineficientes han deprimido el tipo de cambio, generando un precario equilibrio y convertido en poco rentables muchas actividades de exportación y de consumo interno, agrícolas, industriales y turísticas.
Pero esto, de nuevo, no es sostenible y debe entonces tomarse una visión a largo plazo y eliminar las distorsiones procurando un ajuste gradual antes de que las realidades se impongan, cuando ya puede ser muy tarde.
Es urgente buscar un arbitraje de las tasas activas en colones y dólares para eliminar el sesgo a favor de los préstamos en dólares, reducir el grave riesgo del sistema financiero e impulsar el crecimiento económico. Algo han hecho al respecto, recientemente, el Banco Central y la Sugef, pero deben hacer mucho más.
El mercado de divisas esta fraccionado, con altísimas posiciones propias de los intermediarios. En los mercados de monedas eficientes, existe a su vez un mercado de tasas de interés, sobre todo a corto plazo, con estandarización, profundidad y liquidez, lo que facilita el establecimiento de precios a plazo y a futuro.
En el país no hay mercados de dinero o de bonos eficientes e integrados con el volumen suficiente para que descubran adecuadamente tasas de interés de mercado en colones, que contribuyan a establecer un precio justo de las monedas en el futuro.
Mientras existan estas distorsiones en el costo del dinero y los intereses en los préstamos en colones, no podrá establecerse un precio justo del colón con respecto al dólar.
Parte de la solución radica en una mucho mayor coordinación y estandarización de las tasas de interés de las diferentes instituciones estatales en los diferentes plazos: el Ministerio de Hacienda, el Banco Central y los bancos comerciales del Estado.
No se le ha dado prioridad ni importancia al desarrollo y estandarización de los mercados de divisas y tasas de interés, cuyos precios son tan fundamentales para el desarrollo económico del país.
Conclusión. Durante los últimos treinta años Costa Rica desarrolló su economía con base en el comercio internacional de bienes y servicios. En esos años la economía y el comercio internacional han crecido aceleradamente, de la mano del avance de la tecnología y las comunicaciones, lo que ha resultado en una mayor interdependencia y en una mayor competencia entre países y regiones.
En ese contexto, precios tan fundamentales como el tipo de cambio y las tasas de interés en moneda local, en una economía tan abierta y tan dependiente del comercio internacional, deben responder al entorno internacional y ajustarse en consecuencia. No pueden verse únicamente los movimientos financieros a corto plazo, sostenidos con endeudamiento, mercados fraccionados, poco profundos y efímeras inversiones extranjeras y sacar conclusiones que todo esta bien.
Las finanzas públicas no dan margen para capitalizar los bancos del Estado u otras instituciones financieras en un caso extremo. Debe hacerse un esfuerzo concertado entre el Banco Central, el Ministerio de Hacienda, el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero y los bancos estatales para limitar el endeudamiento externo, reducir los riesgos y la vulnerabilidad del sistema financiero, desarrollar y profundizar los mercados financieros, así como eliminar distorsiones o políticas que vayan en perjuicio del crecimiento económico y el empleo.
Álvaro Trejos es consultor internacional.