En el marco de los 75 años de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), debemos reconocer que el debate sobre el futuro institucional está urgido de una verdadera renovación de las tesis, las voces y los canales que, desde posiciones supuestamente asépticas, construyen mitos con discursos pintorescos, pero que no son más que un “sistema de navegación descalibrado y peligroso” para la conducción de la seguridad social.
Plantear una absoluta generalización de este fenómeno socio-patológico, y de clara vocación politiquera, sería odioso y difícilmente defendible; no obstante, es evidente que sostener un discurso de crisis y negativismo por casi dos décadas sobre la gestión de la CCSS genera réditos a algunos: atrae lectores –y por ende anunciantes–, alimenta discursos políticos y, también, brinda un modus vivendi muy atractivo, por la exposición pública que genera para algunos actores en busca de posicionar sus intereses corporativistas (gremiales o comerciales) en la opinión pública.
Basta ya de minimizar los logros históricos con datos parciales y desactualizados, y de llamar desorden a aquello que simplemente no favorece los intereses particulares y sectoriales de algunos pequeños grupos. Ha sido suficiente llamar impunidad al fracaso de tesis revanchistas que, aunque revestidas de “buenas intenciones”, poco tienen –en el fondo– de la objetividad que demanda la defensa del interés general.
Sistema único. La institucionalidad costarricense, por mucho, se aleja de la debilidad jurídica que viven hermanos países latinoamericanos. El Estado social de derecho en el que vivimos ha desarrollado un sistema de pesos y contrapesos, así como de controles y supervisiones múltiples, que suelen ser desconocidos o deslegitimados por quienes solo buscan inmovilizar la toma de decisiones con “tesis fatalistas y su nostalgia de un pasado de linchamientos públicos”.
Ese debate anquilosado en el discurso de la mala gestión, la corrupción y la falta de transparencia, que se autojustifican en la premisa de no perder de vista las lecciones de la historia, poco aporta a una valoración “visionaria” y bien intencionada de la seguridad social. Ese tipo de análisis, oportunista en tiempo de discursos electorales, representa un freno mental del cual apremia desenganchar la visión a largo plazo impulsada por la Junta Directiva de cara a la “Caja centenaria”.
Como sociedad, debemos dar lugar a las voces que sean capaces de reconocer los tiempos, retar al intelecto y desechar la fermentación populista del discurso que domina titulares levantando pasiones con 140 caracteres, pero que dañan una institucionalidad que ha costado décadas construir.
Mesa de diálogo. Hablemos de los retos de la gestión de los determinantes sociales y su impacto prospectivo sobre la población, y del cambio que experimenta el mercado de trabajo –del cual se nutre el financiamiento de la CCSS– por la migración, la automatización y robotización de las labores manuales e intelectuales que ha traído el nuevo siglo, y demos el espacio necesario para la construcción de resultados en la mesa de diálogo del IVM.
Abordemos los cambios del modelo prestacional y del nivel central de la CCSS de cara a garantizar la continuidad, calidad y oportunidad en la atención de la salud, su calidad y su oportunidad; repensemos el diseño de la formación del personal de salud que necesitará el país en los próximos 30 años. Analicemos abiertamente el efecto sobre la CCSS de la apertura en la comercialización de los seguros de salud que, desde lo público y lo privado, se ha generado en la última década.
Sometamos a escrutinio público el papel que juegan en el sector salud las instancias de control y fiscalización y supervisión, lo medios de comunicación, las universidades, así como los gremios y colegios profesionales, teniendo para ello en cuenta que los arreglos institucionales son un espejo de la sociedad que somos.
A manera de síntesis, el liderazgo en la seguridad social es una tarea similar a renovar una casa en la que quienes quieren verla en el suelo para ocuparla luego utilizan los escombros del pasado para golpear sus columnas y romper sus ventanas nuevas cada día. Por curioso que parezca, en dicha tribuna del fatalismo, muchas voces de izquierda y derecha suelen coincidir difuminando, sincrética y convenientemente, los límites en los intereses de unos y otros, pero no así su responsabilidad.
Solidez. La CCSS nació en medio de esas mismas contradicciones ideológicas que se han señalado, y a pesar de ellas ha llegado a 75 años siendo la institución más querida y defendida por los costarricenses, siendo iluso pensar que en el futuro las aguas serán pacíficas y claras.
Por esto, la clave de una Caja centenaria radica en la sabiduría y postura crítica de los administradores y representantes del pacto social entre trabajadores, patronos y Estado, para conducir a buen puerto a la institución en medio de condiciones adversas, reconociendo las distorsiones que introducen algunos generadores de opinión pública en el “sistema de navegación”, y apegándose en todo momento a una conducción basada en la evidencia y la ética de la seguridad social como el mejor de los ejemplos, y el más fuerte de los discursos.
La autora es presidenta ejecutiva de la CCSS.