Uno de los principios a los que todos los funcionarios públicos y representantes populares debemos ser fieles, es el de anteponer los intereses de la patria a los personales. Esa fue la razón que me obligó a tomar la decisión de renunciar a la candidatura a la presidencia, el pasado 1.° de mayo.
He sido dirigente comunal, dos veces regidor, presidente municipal en varias ocasiones, tres veces diputado, y gracias a los señores diputados, presidente de la Asamblea Legislativa.
El ejercicio de estos cargos me ha permitido recorrer este país a lo largo y ancho y, sobre todo mi provincia, Cartago, convencido de que no solo vale la pena servirle a Costa Rica, sino que es mi obligación hacerlo, porque ante todo soy ciudadano y un demócrata, hijo de una nación ejemplar, con lecciones que han hecho historia.
Responsabilidad. Pero como dice aquella memorable frase de Theodore Roosevelt: “Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o democracia”.
Sé también que el poder es responsabilidad y no imposición.
Por ello, como depositario de ese poder, otorgado por la gente que me trajo al Congreso, que confió en mí al elegirme diputado y de la responsabilidad que eso implica, desistí de optar por la candidatura de la presidencia de la Asamblea Legislativa.
Las condiciones inusuales de los últimos días, donde se amenazó de expulsión a los legisladores de oposición que votarían por mí, llegándose inclusive a insistir en que uno o varios asesores vigilaran de cerca la decisión de los compañeros, me obligó a declinar en mis aspiraciones.
Esas acciones no deben ser permitidas en una nación democrática como la nuestra y mucho menos en el Congreso, recinto de donde se espera que quienes estén aquí, sepan lo que deben hacer y cuenten con toda la libertad y el suficiente razonamiento para hacerlo.
Es importante dejar claro que el Partido Liberación Nacional lo que siempre ha buscado es garantizar el derecho al voto realmente secreto, una conquista histórica irrenunciable para nosotros.
Hoy en día, no podemos tener temor a votar, y en este proceso, que debería ser uno de los mejores ejemplos para la democracia costarricense, parece haberse impuesto la amenaza y el miedo.
Esta situación no puede ser protegida, por ninguna costumbre parlamentaria; todo lo contrario, nunca estará de más, en aras de un efectivo derecho fundamental, como es el derecho a elegir todos los mecanismos necesarios que no dejen dudas ante nuevas intimidaciones de variada índole, con diferentes métodos y de diversas invenciones.
Desacuerdo de principio. En este clima, nunca estaré de acuerdo, ese no es el Parlamento en el que yo creo, ni en la que me he desenvuelto.
Precisamente por ese ambiente, les manifesté a mis compañeros y compañeras, y se lo comuniqué a la señora presidenta de la República, que declinaría de postularme otra vez a ese cargo, así como acordar con el respaldo de la fracción del Partido Liberación Nacional no presentar ningún otro candidato o papeleta para disputar el Directorio al bloque opositor.
A este grupo le corresponderá asumir en pleno lo firmado en su pacto, ayudando a gobernar este país. Al tener el Directorio, asumen plenamente esa responsabilidad.
Todos los que han firmado el pacto del bloque opositor deben asumir esta tarea, buscando los consensos necesarios, propiciando el diálogo, las resoluciones de los asuntos; eso significa también gobernar: ceder, negociar y convenir.
Por eso declinamos a favor de la democracia, para no romper el orden constitucional y no abonar la ingobernabilidad del país, para que asuman mayores responsabilidades los partidos del bloque de oposición que conformaron el Directorio legislativo.