Con motivo de algunas publicaciones recientes sobre la producción audiovisual de la campaña del PLN para las elecciones presidenciales del 2010, quiero dar algunos datos importantes.
Como bien declaró un colega en una entrevista, un anuncio promedio cuesta alrededor de $25.000. Pero, en la misma entrevista, concluían que “todos los grabados por Liberación pudieron haber costado unos $100.000”. La matemática es simple: se asume que se produjeron cuatro campañas.
Sin embargo, la realidad es la siguiente: se produjeron 23 campañas en video, 8 en formato de cine, y 7 animadas, para un total de 52 versiones diferentes (de un mismo comercial se hacen diferentes versiones que tienen costos particulares cada una). Cabe apuntar que las producciones en cine son mucho más caras, con un costo aproximado de $40.000 cada una.
Con estos datos, una suma simple nos arroja un valor de más de $800.000 por estos materiales producidos. Pero hay más.
Se grabaron todas las giras de la candidata, se produjeron cuñas de radio, jingles, animaciones, mensajes telefónicos y fotografías.
Algunas personas han querido comparar peras con chayotes al hablar de lo que cuestan algunas películas de producción nacional reciente.
La realidad es que la producción de comerciales se maneja con estándares muy diferentes a los del cine independiente.
El mercado de los comerciales es el más dinámico, competitivo y sofisticado del sector audiovisual costarricense. Su estructura de costos es compleja y los niveles de exigencia y calidad altísimos. Por suerte –y con mucho esfuerzo– la compañía a la que pertenezco se ha sabido ganar un lugar en sus 24 años de operación. Tenemos oficinas asociadas en Nueva York y Buenos Aires y hemos producido películas, documentales y comerciales de clase mundial para clientes globales.
Poner toda la experiencia de mi empresa y mi mejor esfuerzo personal al servicio de alguien a quien conozco y admiro tanto como lo es mi hermana, fue un honor y no tengo nada que ocultar al respecto. Logramos la meta propuesta: hicimos una campaña de altura y de primera calidad a un costo muy por debajo del precio de mercado.
Costa Rica se merece un futuro mejor. Los costarricenses debemos concentrarnos en trabajar por ello; discutamos con altura, exhibamos argumentos y, por supuesto, mantengamos un ojo vigilante en nuestros dirigentes.
Pero no permitamos que las falsas noticias nos impidan ver los verdaderos problemas y dar las verdaderas peleas.
Abramos los ojos a los desafíos que nuestro país enfrenta. Y trabajemos con responsabilidad por sacarlo adelante.