Desde hace varios años, el Colegio de Geólogos de Costa Rica mantiene la posición de que las exploraciones realizadas en el pasado han demostrado que nuestro país tiene un considerable potencial para explotar petróleo y gas natural. Así lo hicimos ver en un artículo publicado el 7 de octubre del 2013 en el que explicamos que ambos elementos se generan a partir de materia orgánica, con la influencia de factores externos, distintos tanto en los procesos físicos como químicos. En otras palabras, son productos totalmente independientes el uno de otro.
La experiencia ha demostrado que en Costa Rica ambos elementos abundan pues las condiciones del país facilitan su formación. Tenemos abundante materia orgánica localizada a una profundidad que facilita una transformación gasífera debido a las condiciones de temperatura y presión que se producen en esos niveles de la corteza terrestre.
Calidad excelente. Eso es lo que sucede, por ejemplo, en las cuencas de Limón sur, Limón norte y San Carlos donde lo que los geólogos llamamos el “gradiente geotérmico promedio” es mayor a los 4 grados centígrados por cada 100 metros de profundidad. El otro elemento favorable para la formación de gas en Costa Rica es que la calidad de la materia orgánica depositada y enterrada desde hace millones de años (medida por la cantidad carbono orgánico total, TOC por sus siglas en inglés), es de buena a excelente.
Esta característica se descubrió tras los análisis de las muestras extraídas en exploraciones, en los años ochenta y noventa, realizadas por Recope. También, en las campañas desarrolladas en las investigaciones entre 1920 y 1960 por empresas privadas. La concentración de materia orgánica y la madurez de esta materia califican las cuencas sedimentarias del país de buenas a excelentes.
El otro elemento que determina la buena o mala calidad para transformar la materia orgánica en hidrocarburo es la porosidad. Tanto en esos análisis como en otros realizados en diferentes etapas de exploración, determinaron la excelencia de este parámetro fundamental para el almacenamiento de los hidrocarburos.
Esto se comprobó en el pozo Victoria 1, localizado en la cuenca de Limón, en el que se obtuvo una porosidad del 17.7%; mientras que en el pozo Moín 1, situado en la misma cuenca, la porosidad fue del 37.7% al 40%, la más alta del país.
También petróleo. En total, entre Recope (con el respaldo de Pemex y, luego, de Petrocanada, que aportaron tecnología de punta, y otras compañías petroleras) se perforaron 29 pozos exploratorios profundos: el 62% presentó muestras de hidrocarburos. Y esas muestras develaron más: el pozo Cocoles 2, también de la cuenca de Limón, produjo un petróleo de excelente calidad: 44 grados API y de 0,2% de azufre, cualidades superiores al petróleo que Costa Rica ha importado durante años. Otros pozos también arrojaron calidades muy buenas: de 26 grados y 30 grados API y 0,13 % de azufre.
Todos estos datos, absolutamente verificables, hacen necesario que el país discuta nuevamente la necesidad de forjar una política energética que reactive la exploración de estos recursos. Cuando esto suceda, se avanzaría mucho con miras a lograr que Costa Rica obtenga la independencia energética que necesita para reducir su gasto de divisas empleada en la importación de hidrocarburos.
Es necesario añadir que el gas natural es una energía más limpia y, producido en nuestro suelo, se puede utilizar para generar energía eléctrica a un precio inferior que el que se paga por producirla con hidrocarburos importados.