Costa Rica enfrenta un momento decisivo en su relación con China. Tenemos la oportunidad de demostrar con convicción que en el siglo XXI consolidaremos el compromiso nacional con un modelo de desarrollo que protege el capital natural y genera crecimiento bajo en emisiones.
En el Plan de Gobierno, la Estrategia de Cambio Climático e innumerables discursos ante la comunidad internacional, Costa Rica se ha comprometido con el clima. Nuestro compromiso ambiental ha generado una reputación que ha atraído a agencias de cooperación, organismos internacionales, inversionistas y turistas.
“Somos gente de paz, defensores del ambiente, respetuosos de nuestra cultura y valores”, anuncia al mundo el Instituto Costarricense de Turismo. Las puertas de la OCDE se abrieron a Costa Rica por “una historia respetable en democracia, desarrollo humano y sostenible”, escribió la presidenta en Twitter. Una costarricense deja en alto el nombre de Costa Rica como líder de una negociación de un nuevo acuerdo climático internacional que deberá estar listo en 2015 y entrar en vigor con compromisos vinculantes para todos a partir de 2020. En esa negociación, la delegación tica ha sido propositiva y valiente.
China es la mayor generadora de emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. No habrá solución a la crisis climática sin China. Por eso, el mundo necesita trabajar con este país y Costa Rica está en una posición única para hacerlo. Busquemos convergencias positivas:
1. Ambos tenemos metas climáticas nacionales: Para el 2021, Costa Rica se ha propuesto ser carbono neutral. Para el 2020, China se ha propuesto reducir sus emisiones de carbono por unidad de PIB entre 40-45% comparado con 2005 y a aumentar en 15% el uso de combustibles no fósiles en su consumo energético primario.
2. Ambos diseñamos mercados de carbono domésticos con el objetivo de reducir emisiones.
3. Ambos estamos conscientes de que el cambio climático podría afectar el agua y los ecosistemas, lo cual nos preocupa.
4. Costa Rica apuesta por la energía renovable y China es el mayor productor de paneles solares y de turbinas eólicas.
5. Ambos vemos beneficios en instalar trenes que ayuden a sustituir los carros. En diciembre, China inauguró el tren de alta velocidad más largo del planeta.
Costa Rica tiene una oportunidad de oro para crear un marco de cooperación con China explícitamente anclado en la economía baja en carbono. China gastó la suma récord de $68.000 millones en proyectos de energía renovable, según los datos de Bloomberg. Todavía aumentan sus emisiones pues invierten en plantas de carbón. Pero mi punto es que están en una transición. Aprovechemos.
Nuestra propia transición va a requerir un plan nacional de transporte sostenible con una hoja de ruta de largo plazo que reduzca y cancele la dependencia de combustibles fósiles con metas concretas en el ínterin. Ya sabemos que en este siglo se avanzará en la electrificación de buena parte del transporte. ¿Cómo nos preparamos?
Debemos evitar el error de tener un diálogo bilateral con China dominado por el objetivo de refinar petróleo. La refinería que se ha propuesto costaría $1.800 millones. $900 millones provendrían de un crédito de China y el resto saldría de nuestro bolsillo. Necesitamos más información sobre el costo exacto.
Una refinería es incompatible con la transición del mundo hacia economías más limpias como base de una nueva competitividad. Instalar una refinería en Costa Rica es un giro al pasado que sugiere una extraña negación del debate climático global. El negocio de combustibles fósiles (y automóviles) tendrá que adaptarse a un mundo bajo en carbono y no al revés. Algunas empresas están conscientes (nótense los intentos de carros híbridos y eléctricos); las retrógradas niegan que exista cambio climático o apuestan por consumidores que se hagan de la vista gorda.
Lo justo será reentrenar a los trabajadores para que se adapten a un mundo cambiante y aprovechen nuevas oportunidades de crecimiento verde.
Afirmemos la visión positiva de lo que queremos: Sí a la economía baja en carbono. Sí a la cooperación con China con oportunidades de inversión que promuevan, no descarrilen, el crecimiento verde. Sí a una sociedad costarricense con una confianza en sí misma que nos permita estar en el lado correcto de la historia en el siglo XXI.