El editorial de La Nación , del lunes 1 de julio del 2013, califica de contradicciones monetarias y crediticias la permanencia de los límites al crecimiento del crédito al sector privado no financiero, coexistiendo con la reducción de la tasa de política monetaria acordada a partir del 20 de junio recién pasado.
Para el Banco Central es de la mayor importancia dejar bien claro ante la opinión pública que puede confiar plenamente en que sus decisiones son sopesadas con todo cuidado y que, en consecuencia, no comparte la calificación de “contradictorias”. Es posible que la confusión surja de calificar como “restricción” el límite implícito al crecimiento del crédito para las carteras bancarias en colones, mientras que la baja en la tasa de política monetaria es una medida de “expansión”.
El Banco desea reiterar una vez más que las medidas aprobadas por la Junta Directiva del Banco Central, a fines del pasado mes de enero del 2013, en modo alguno constituyen una “restricción” al crédito en moneda nacional. En efecto, este tendría espacio para crecer alrededor de 14% durante todo el año 2013. Tal cifra no puede calificarse como restrictiva en ningún sentido, con una meta de inflación centrada en 5% y un crecimiento real de la economía de 4%, estimados entonces para el presente año. En el 2012, el aumento del crédito en moneda nacional fue ligeramente superior, con una tasa mayor de crecimiento económico.
La medida sí pretende ser restrictiva en lo relacionado con la cartera en moneda extranjera, no tanto por el control de la inflación, sino por la presencia de eventuales riesgos sobre la estabilidad del sistema financiero. Esto ocurre cuando aumenta sustancialmente el crédito en dólares, en especial para deudores que no generan ingresos en esa misma moneda. Pero, como su propósito es otro, no es parte de la supuesta contradicción que nos interesa desvirtuar.
¿Por qué no eliminar el límite al crecimiento del crédito en moneda nacional, si hoy día está muy holgado respecto al aumento observado de esa cartera en particular? Porque el Banco Central no considera prudente correr el riesgo de enfrentar sin herramientas adecuadas un nuevo episodio de ingresos masivos de capitales, como el observado en el segundo semestre del 2012, que pueda poner en peligro la meta de inflación.
Credibilidad. La credibilidad del Banco no debe ponerse en juego. La opinión pública debe confiar en que hay un verdadero compromiso de nuestra parte con el cumplimiento de mantener la inflación baja, siendo, como es, el principal servicio que cualquier banco central debe proveer a la sociedad. Por ese motivo, hemos reiterado que la aprobación del proyecto de ley para el control de capitales daría espacio para proponer a la Junta Directiva la eliminación del límite al crecimiento del crédito en lo tocante a moneda nacional.
Se ha argumentado también que el peligro de los ingresos de capital ya desapareció y, en consecuencia, no se justifican ni el proyecto de ley ni la medida crediticia en comentario. El Banco Central no concuerda con tales asertos. No es posible tener certeza de si aquel fenómeno se alejó para no regresar. Mientras las tasas de interés en los mercados internacionales se mantengan en niveles históricamente bajos y los bancos centrales de los países desarrollados continúen con políticas monetarias expansionistas, ese riesgo se mantiene latente, aun cuando internamente se administre de manera adecuada la presión del déficit fiscal sobre las tasas de interés.
Es preciso mencionar, una vez más, que la aprobación de la iniciativa legal propuesta a la Asamblea Legislativa, en modo alguno implica una aplicación automática de restricciones al ingreso de capital. El Banco Central ha dicho y reitera que, en las actuales circunstancias, no sería necesario ejercer los poderes que dicho proyecto de ley solicita para la conducción de la política económica. Pero insistir en la conveniencia de contar con ellos es un mero acto de responsabilidad para estar en capacidad de enfrentar choques externos como el observado en el segundo semestre del 2012. Por ello, aunque con una visión radical se les califique de retroceso en el proceso de liberalización financiera, los bancos centrales en general y, más aún, hasta el Fondo Monetario Internacional sostienen hoy que dicha liberalización financiera no debe ir tan lejos.