Las ciudades y la industria se encuentran más conectadas que nunca. Más de la mitad de la población global habita en ciudades y, de acuerdo con un reporte del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, se espera que para el 2050 otros 2.300 millones de habitantes se unan a los censos.
Esto significa que las ciudades y sus habitantes tienen desafíos específicos para cubrir el suministro de servicios con la mayor eficiencia y menores pérdidas.
Hemos comprobado que la mejor forma de enfrentar el reto de desarrollar ciudades de manera sostenible, además de la tecnología, es la colaboración entre la sociedad, la iniciativa privada y la iniciativa pública, incluidas las asociaciones y organizaciones no gubernamentales (ONG).
Tres tendencias. Los desafíos son tan diversos como la cantidad de ciudades en el mundo, pero podemos señalar que el uso adecuado de sus recursos, sobre todo el energético, es el común denominador en todas ellas.
Estos desafíos están dirigidos por tres grandes tendencias que exigen a los líderes de la industria asegurar la eficiencia energética: la digitalización, la industrialización y la urbanización.
La evolución a ciudades inteligentes ( smart cities ) será un paso necesario e inevitable dentro del desarrollo de los centros urbanos. Las redes eléctricas, los sistemas de distribución de gas y de agua, el transporte público y privado, los edificios comerciales, los hospitales, los hogares, todos ellos, conforman la columna vertebral de la eficiencia, la habitabilidad y la sostenibilidad de una urbe.
El mejoramiento y la integración paso a paso de esos sistemas urbanos críticos constituyen la piedra angular de toda iniciativa que pretenda convertir la ciudad inteligente en una realidad.
Al poner mayor énfasis en el mejor aprovechamiento de la energía industrial, así como en la planificación y gestión de las ciudades, se generan beneficios a la salud pública y se produce reducción de costos sociales, económicos y ambientales de los gobiernos.
Nuevo paradigma. Además, la Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) está creando un nuevo paradigma para el funcionamiento de los sistemas, pues representa una alternativa para integrar todas las soluciones bajo un mismo esquema.
En su forma más básica, la gestión de la infraestructura de una ciudad está basada en detectar y reaccionar ante ciertos acontecimientos. Ahora, la Internet de las cosas agrega escala e inteligencia a esta labor. Por ejemplo, sensores pueden alertar dónde y cuándo un bote de basura necesita ser recogido para que pueda ser vaciado de una manera oportuna y rentable. Esto permite coordinar simultáneamente la labor con centros de reciclaje para reducir, aún más, los costos y optimizar los recursos.
Resolver los desafíos que surgen cuando un gran número de personas y empresas habitan el mismo espacio no es un lujo, es una necesidad. La inclusión de la industria y la Internet de las cosas dentro de la planeación de estrategias y normas para el uso eficiente de los recursos es trascendental para un crecimiento urbano con un mayor grado de sostenibilidad ambiental y brindar empleo y calidad de vida.
La puesta en práctica de la Internet de las cosas puede percibirse como una gran transformación ahora, pero los proyectos exitosos siempre se han convertido en el nuevo orden mundial.
Hace veinte años, los negocios digitales pudieron haber dado grandes dolores de cabeza, pero hoy es solo la forma como hacemos las cosas diariamente.
Lo mismo está sucediendo con las ciudades inteligentes, pronto eliminaremos el “inteligente” y simplemente será una ciudad más.
El autor es gerente de mercadeo de Schneider Electric Centroamérica.