En la columna “Vida en Empresa” ( La Nación , 20/7/2015), el autor pone sobre la mesa una discusión inherente al proyecto democrático: la necesidad de que los jóvenes costarricenses accedan al ejercicio de las funciones políticas y los mecanismos con que cuentan para alcanzar esa meta. De paso por su texto, el autor pregunta al Tribunal Supremo de Elecciones su parecer y, en virtud de ello, las siguientes líneas esperan aportar en el intercambio de ideas que pueda fundarse al respecto.
Decisión política. Las candidaturas independientes son materia recurrente en la discusión sobre el sistema político-electoral de Costa Rica. Este permanente interés no debe hacernos olvidar que una transformación en el régimen de postulación a los cargos de elección popular requeriría ajustes de carácter constitucional y legal, lo que eventualmente implicaría la construcción de un consenso político.
No es, pues, competencia del órgano electoral imponer a la sociedad las formas de organización y manifestación política, pues esta es, por sus características, una decisión de alto impacto político. Más bien, el TSE debe velar por la correcta y real aplicación de las reglas definidas por los órganos representativos y, a final de cuentas, por la propia ciudadanía.
Diálogo y análisis comparado. Sin embargo, ha sido el propio TSE el que ha decidido ir más allá en la apertura y promoción de espacios favorables al diálogo ciudadano, que permitan enriquecer la discusión.
Buena muestra de ello la dan los seminarios internacionales y actividades académicas sobre el acontecer político y electoral costarricense.
De las jornadas de reflexión que han girado en torno a la posibilidad de contar con candidaturas independientes, ha sido mucho lo aprendido, como comprender, por ejemplo, que las candidaturas sin color político conducirían a un inevitable debilitamiento de los partidos políticos, siendo estos, en el contexto actual, las únicas organizaciones ciudadanas que garantizan la vida y desarrollo de la democracia costarricense.
Organizaciones de ciudadanos. Estamos hablando de ciudadanos con ideas e intereses propios. Los partidos políticos, aunque enfrentados a una creciente corriente antipolítica, permanecen como las estructuras idóneas para la expresión de las preferencias ciudadanas; tienen esas agrupaciones la responsabilidad de permitir la representación política y, por ende, suya es la función de servir de instrumento para producir gobierno.
En ese contexto, son asociaciones de personas interesadas en participar más intensamente en la política y, por ende, reflejo de la sociedad en que vivimos. Al corresponderles la postulación de candidatos a cargos de elección popular se garantiza que estas gocen de algún respaldo social y, además, que la organización que impulsa la candidatura funcione en condiciones mínimas de transparencia, democracia interna y fiscalización pública.
Crecimiento continuo. La sociedad costarricense, a pesar de la desafección por la política, ha tomado la decisión de levantar la voz, como lo atestiguan los más de 80 partidos políticos que ya se encuentran inscritos para las elecciones municipales del 2016, 56 de los cuales son a escala cantonal.
El TSE se ha dado a la tarea de proveer formación a las agrupaciones partidarias desde el 2011, y colabora así en el fortalecimiento de los ciudadanos que quieren, en colectivo, plantear sus ideas para que, en el secreto del voto, cada uno de nosotros tomemos la decisión que, ahora sí, nos interesa individualmente.
Mucha tela hay que cortar sobre la cuestión de los candidatos independientes. Al igual que en ocasiones anteriores, este órgano electoral mantendrá el diálogo y promoverá la discusión que nos permita tomar decisiones inteligentes sobre el futuro político de nuestro país.
Por lo pronto, confiamos en el juicio de los electores, a fin de que no se priven de escoger a sus representantes. Al final de cuentas, los partidos están integrados por ciudadanos costarricenses, como usted y como yo.
Luis Antonio Sobrado es presidente del TSE