El agua para consumo humano intrahospitalaria (ACHI) ha sido objeto de investigación y polémica en diferentes países del mundo. Esta afirmación se fundamenta en varias razones. La primera es la calidad del agua de la fuente que abastece el hospital, que por lo general proviene de un acueducto o de un pozo o naciente perteneciente al propio nosocomio.
La segunda consiste en que muy pocos directores de hospitales reconocen que el servicio de ACHI es su responsabilidad; la tercera es que la mayoría de las autoridades sanitarias consideran suficiente que el agua cumpla, microbiológicamente, con el reglamento de cada país. Nada más alejado de la realidad.
Resulta indispensable ampliar la evaluación del ACHI considerando otros indicadores, que complementen la valoración del riesgo indirecto de contraer enfermedades intestinales (coliformes fecales o la Escherichia coli ), y con otros grupos de bacterias que permitan establecer el riesgo directo de transmisión de enfermedades por contacto con el agua ( Pseudomona aeruginosa ).
En este contexto, es importante recalcar que sin agua limpia es imposible tener manos o instrumentos limpios, lavar ropa, sábanas o curar heridas para prevenir y reducir las infecciones.
Potabilidad. En un reciente estudio realizado por la Clínica Mayo de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, y que fue publicado en la revista Journal of Surgical Research, se concluyó que “el agua potable es un reto pendiente de al menos una tercera parte de los hospitales del mundo”.
Este estudio analizó la situación de 430 hospitales de 19 países, y entre sus conclusiones se indica que el 34% de esas instituciones no tienen acceso confiable a agua potable, lo cual genera serios inconvenientes a la hora de hacer intervenciones quirúrgicas y tratar a los pacientes. Para obtener estas conclusiones, los investigadores analizaron datos de la OMS y estudios publicados en Pub-Med, uno de los más importantes medios de búsqueda de artículos médicos.
Dentro de los indicadores considerados en el mencionado estudio está el “porcentaje estimado de los países con una fuente confiable de agua”, en el que dichosamente Costa Rica ocupó el segundo lugar en Latinoamérica con el 91,3%.
Este dato es concordante con la estimación nacional, al 2015, de población cubierta con agua de calidad potable del 91,2%, reportado por el Laboratorio Nacional de Aguas (LNA) del AyA, lo que nos indica que estamos haciendo bien las cosas.
Trabajo conjunto. Este logro se debe al esfuerzo realizado por los funcionarios operativos de los acueductos internos de los hospitales, además de la implementación en algunos de ellos del Programa Sello de Calidad Sanitaria (PSCS) impulsado por el AyA.
Este programa incentiva el suministro de agua de calidad potable en forma sostenible y en armonía con la naturaleza, y exige el cumplimiento de un programa de control de calidad del agua aplicando el decreto ejecutivo 37083-S, el cual es más estricto para evaluar el ACHI; paralelamente, el LNA ha establecido un programa de monitoreo en las entradas de agua de 17 nosocomios del país.
No obstante, para continuar mejorando, es necesario que todos los hospitales, públicos y privados, participen en el PSCS, para minimizar así integralmente las infecciones nosocomiales en Costa Rica, mediante la protección de las fuentes de agua, la implementación de programas de limpieza periódica de tanques de almacenamiento internos, establecer programas de control de calidad del agua y mantener una persistente capacitación a los funcionarios y pacientes sobre aseo, higiene y manejo adecuado del agua.
El autor es salubrista público.