Con sorpresa y estupefacción he visto en la prensa la noticia de que los jerarcas del gobierno y de la oposición han decidido eliminar para siempre al CONICIT. Esta institución, que por más de 20 años ha constituido un baluarte importante en la evolución histórica de la ciencia costarricense, será sustituida, aparentemente en todas sus funciones, por un nuevo ministerio que resulta de la fusión de otros dos.El cierre del CONICIT asestaría un golpe a la ciencia costarricense, del cual será difícil, a mi juicio, que se reponga en un corto tiempo. Es más, en algunos aspectos nuestro devenir científico podría sufrir tropiezos y retrocesos, cuyo efecto negativo comenzaríamos a observar dentro de unos años.
Se dirá que el nuevo ministerio dedicado a la economía, la industria, la ciencia y la tecnología se ocupará, por medio de dos viceministros, de los quehaceres que correspondían al CONICIT. Dudo mucho, sin embargo, que allí se dé el ambiente, por razones inherentes a la naturaleza de la institución, que permita lograr ese desideratum. Bien puede suceder, sobre todo en el futuro, que el nuevo ministerio, atendido por jerarcas en el campo de la economía, se concentre más en las tareas económicas e industriales y descuide el énfasis que el quehacer científico del país necesita. No tenemos duda en cuanto a la relación que existe entre ciencia, tecnología, industria y economía en el mundo de hoy, sobre todo si tomamos en cuenta los aspectos instrumentales o utilitarios de la ciencia moderna. Pero, ?qué pasará con los otros aspectos que se relacionan con la investigación científica? ?Qué será del impulso que la ciencia debe recibir del gobierno, en su papel como parte integral de la cultura nacional y de la búsqueda del nuevo conocimiento por medio de la investigación sistemática? Recordemos que durante 23 años el CONICIT ha venido desempeñando el papel de una institución promotora de la ciencia y la tecnología nacional. Le ha correspondido crear los incentivos necesarios que han favorecido a numerosos científicos costarricenses que han podido ver sus proyectos de investigación debidamente financiados; les ha permitido renovar sus materiales y equipos de laboratorio; y asistir a congresos y seminarios que los ha puesto en contacto con el conocimiento científico mundial.
El CONICIT, actuando muchas veces como una fundación privada sin fines de lucro, ha logrado becar a centenares de costarricenses que han hecho su posgrado o estudios de especialización en el extranjero; ha traído científicos de diversas partes del mundo a dictar conferencias o a hacer pasantías entre nosotros; ha hecho posible la celebración de reuniones o cursos importantes en nuestro propio suelo. Por su propia estructura de institución autónoma, el CONICIT ha permitido que se cree dentro de sí un ambiente adecuado para sus funciones, libre de presiones políticas, en donde los méritos personales de los solicitantes y los intereses presentes y futuros del país, han sido el norte en sus decisiones. ?Podría darse ese mismo ambiente dentro de un ministerio de tareas tan complejas, estrechamente ligadas a la política del gobierno de turno y a las leyes vigentes? ?Podrá este ministerio atender debidamente la demanda de la academia y de los centros de investigación, en concordancia y equilibrio con las políticas científicas que el país requiere?
Me cuesta creer que algunos desajustes o desfases que el CONICIT haya podido sufrir en los últimos tiempos hayan influido en la decisión que se ha tomado. La medicina estaba a la mano y el enfermo no merecía la eutanasia. Tampoco encuentro la razón de la drástica medida en la reducción del gasto público que el gobierno quiere hacer, dado el pequeño peso específico del CONICIT en el presupuesto nacional.
De cualquier modo la directriz política está dada. La pregunta de si la medida era necesaria o no para el país, el tiempo y la historia se encargarán de responderla. Como científico costarricense ligado por mucho tiempo al CONICIT me asalta un sentimiento de dolor. Pienso que la cultura científica del país perderá a uno de sus mejores aliados en el momento en que al menos 38 diputados de nuestra Asamblea Legislativa decidan, con su voto, cerrar para siempre al CONICIT.