El Banco Nacional, en su afán por impulsar el progreso de toda una nación, realizó la semana anterior la histórica colocación de 500 millones de dólares en bonos verdes en mercados internacionales, con el fin de obtener recursos que le permitirán financiar proyectos con trasfondo ambiental, reestructurar sus pasivos ampliando su plazo y afianzar su posición financiera para brindar productos más competitivos.
El editorialista de La Nación, en su texto “Dudas y contradicciones de la política financiera” del 25 de abril anterior, confunde la liquidez en colones con la liquidez en dólares y califica la colocación internacional como una acción disparada. Inexplicablemente, la asocia con el comportamiento de las tasas de interés en la moneda local.
Es precisamente una posición estrecha de liquidez en dólares a escala local la que impulsa a realizar la colocación para mantener condiciones competitivas en esa moneda. Nuestra economía, una de las más abiertas, y los sectores vinculados al mercado externo que la integran, también requieren dólares para operar.
El editorialista falsamente crea la expectativa de que la baja inflación actual es el acicate para reducir las tasas de interés y exige a los bancos bajarlas. Es preciso aclarar que las tasas no bajan porque en ellas se incorpora la perspectiva de inflación o la inflación esperada, no la actual. La tasa de interés es un reflejo de la pérdida del valor del dinero en el tiempo, y para el inversionista esa tasa debe reconocer esa pérdida futura.
Al consignar sus dudas y autocontestarse desde sus prejuicios, el editorialista desconoce que, el que las tasas no bajen, no obedece a una decisión unilateral de los bancos, sino a las perspectivas de inflación que se derivan del alto déficit fiscal que exhibe el país.
Con un déficit fiscal del 6%, ningún agente económico podría creer que la inflación, y por ende las tasas, sean de cero. De buena fe, atribuiremos la confusión y la negativa asociación de un hito en el mercado financiero con aspectos coyunturales de la economía a la falta de información, antes que a la mala intención.
Juan Carlos Corrales
Gerente general del BNCR