El Artículo 2 de la Ley Orgánica del Banco Central (BCCR) enuncia entre los objetivos subsidiarios “promover el ordenado desarrollo de la economía costarricense”, a fin de lograr la ocupación plena de los recursos productivos de la Nación, procurando evitar o moderar las tendencias inflacionistas o deflacionistas que puedan surgir en el mercado monetario y crediticio. Los objetivos subsidiarios parecen de segundo orden, en tanto socorro, apoyo, soporte; no obstante, con excepción de ‘velar ’ por el buen uso de las reservas monetarias internacionales, es imperativo el mandato a ‘promover’.
El carácter subsidiario de estos objetivos es proactivo y alude a la creatividad ante determinadas circunstancias que exigen emprender una estrategia con acierto inicial y dirección para progresar. El BCCR, como ente rector, ha de trascender los contextos teóricos e incursionar en la realidad particular de la globalizada economía del país.
Promover el ordenado desarrollo de la economía al aumentar la oferta monetaria es factible desde hace algunos años. Esa mayor oferta no implica automáticamente que los bancos bajen las tasas de interés, pues los sectores productivos están ansiosos de demandar recursos frescos para reactivar sus procesos. Una oferta ordenada de dinero puede conducir a una demanda ordenada de dinero, mientras las tasas de interés fluctúan de manera ordenada a corto plazo, y retornan a su posición a largo plazo. Basta con estimar la necesidad de dinero en los sectores productivos, los cuales prevén la demanda por sus productos y la oportunidad de satisfacerla.
Los datos del BCCR indican que la producción es baja en todos los sectores de la economía. Es posible que las empresas operen con alta capacidad ociosa, a pesar de leves variaciones en la formación de capital. En consecuencia, un alza en la producción podría favorecer la baja en los precios, sobre todo si los precios de las materias primas se mantienen estables en los mercados internacionales. El escollo del problema de los costos de producción está, más bien, en las tarifas nacionales de insumos, como electricidad, telefonía, Internet, agua, infraestructura y otros servicios provistos por las instituciones públicas y empresas privadas. ‘Lograr’ la ocupación plena de los recursos productivos de la Nación es una exigencia difícil de alcanzar en prosperidad, con mayor razón en recesión; pero nada difícil es hacer el esfuerzo de subsidiar sin gratuidad el despegue de la economía.
Conforme aumenta la capacidad de las empresas para paliar la demanda por sus productos, es normal que los precios aumenten, levemente, a corto plazo debido a que la crecida de la producción implica mayor ocupación de los recursos productivos de la Nación. Solo si la demanda es satisfecha se incrementa la ocupación de esos recursos.
Cuando ello suceda en crecimiento, los precios de algunos recursos podrían aumentar dadas las estructuras de producción y comercialización vigentes.
Pero el crecimiento de la producción impulsada por una demanda más intensa gracias a la mayor ocupación de los recursos podría inducir, vía competencia, a innovaciones que elevan la productividad en los procesos productivos, en tanto que reducen los costos medios y los precios de los productos. De ahí su importancia.