Nuestro objetivo de ninguna manera pretende entrar en un polémica con alguien que tiene una visión tan prejuiciosa. No se merece que uno dedique más tiempo a considerar las opiniones del señor Jaime Daremblum, pero de ninguna manera se puede permitir las aseveraciones en su columna del 22 de marzo, titulada “Los avatares de Erdogan”, cuando dice que “algunos empleados de las misiones han demostrado empeño en menoscavo de los límites de conducta aceptables para sus agentes, quienes muchas veces carecen de formación, diplomática y común” y que “no frenan su impulso y atropellan a quienes se les interponga de alguna foma en sus afanes”.
Una cosa es comentar o relatar los hechos según su punto de vista, aunque sea muy parcializado como el del señor Daremblum, y otra cosa es emitir acusaciones sin ningún fundamento. Debe recordarse que Turquía es una de los países del mundo con más larga historia diplomática y con tradición de diplomáticos profesionales.
Además, causa sorpresa que el señor Daremblum se refiera a “conductas aceptables” y “formación diplomática” de las que él mismo parece carecer cuando se refiere inapropiadamente a “esta persona” cuyo título y nombre se menciona en el artículo publicado por este diario.
Estamos de acuerdo con el hecho de que el lector no merece ser confrontado con una visión parcial de los hechos, sino que merece ser informado con objetividad; lo que es justamente la principal responsabilidad de una misión diplomática y que cumplimos conforme al deber.
Se sabe del peligro cuando uno pretende apropiarse de la verdad, mucho más cuando tiene una visión que refleja su propio “universo”, como el del columnista.
Nuri Kaya Bakkalbasi
Embajador de Turquía