El día que la doctora Sofía Bogantes Ledezma se paró frente al Hospital México a denunciar la muerte de pacientes en espera de cateterismo cardiaco, no faltaron las dudas.
¿Cuán real era su queja? ¿De dónde sacaba la cifra de 141 fallecidos? ¿No sería más bien un pleito personal? Incluso, ¿estaba cuerda la jefa de Cardiología al hacer una denuncia tan grave?
Dos semanas después de que apareció con un crucifijo colgando en el pecho, mostrando un “ampo”, cuidadosamente forrado con papel de estrellitas, titulado “Lista de espera”, las dudas son menos.
La doctora está muy cuerda y la locura más bien está en un hospital, incluso en una institución como la CCSS, insensible a los latidos de miles de corazones enfermos que esperan, entre la vida y la muerte, por tratamiento médico.
Si la cardióloga no hubiera enviado cartas desde octubre, si no hubiera acudido al diputado Mario Redondo o, si simplemente se hubiera dejado tragar por el sistema, la lista de espera seguiría engordando.
Sin embargo, gracias a que ella dio la cara, públicamente, la CCSS decidió actuar al verse presionada por diputados, por la Defensoría de los Habitantes, el Colegio de Médicos, la Fiscalía y la opinión pública. Solo así, se atenderá de urgencia la lista de espera. Y solo así, gracias a Sofía Bogantes y a la Fiscalía, se supo que hay un patrón común en las historias de los enfermos: los hospitales los anotan en una lista y prometen que los llamarán. Pero pasan meses, y años, y esa llamada nunca se produce. Cuando llega, están muertos.
Lo más lamentable, como dijo la periodista Ángela Ávalos en un reportaje, el domingo, es que “los centros de salud hacen sentir a los enfermos y a sus familias como números”.
Ese sumario lo dice todo. Administrativos, oficinistas, enfermeros y médicos de la CCSS necesitan poner más corazón en la atención de sus pacientes. Incluso, es necesario, por ejemplo, un sistema para purgar a los insensibles ante el dolor ajeno; dichosamente, son pocos. También hace falta que el director del México, Douglas Montero, y otros jefes borren la idea de que “en toda lista de espera los pacientes se mueren”. Cuando se llega al colmo de pensar así es porque se perdió la cordura, y volvemos al inicio... la doctora Bogantes parece tener la razón.
*Armando Mayorga es periodista, jefe de redacción de La Nación.