Me refiero a la noticia de La Nación , “Ciudadanos pagarán ¢10.000 millones a Aresep en 2014”, publicada el 28 de julio. Sin duda, es un buen artículo, con información valiosa sobre esta institución, pero contiene dos imprecisiones importantes.
La primera es que en la noticia se hace referencia a los datos del canon neto que recibe la Aresep, y no al canon bruto. La diferencia entre ambos reside en que en el canon neto se deducen los montos por superávit, los cuales son devueltos a los usuarios al final de cada período, al restarlos del monto del canon estimado para el período siguiente. Los porcentajes de superávit respecto al canon bruto han oscilado mucho en los últimos años, y por eso la variación del canon neto no refleja bien los cambios anuales en los recursos requeridos por la institución. Para ese fin, se debe utilizar el canon bruto.
Si se excluye la deducción de superávit de períodos anteriores, la variación entre el 2013 y el 2014 no es de 38%, como se indica en el artículo, sino de 13,8%. Así, se puede notar que el canon de la Aresep aumentó a un ritmo mucho menor que el que se indica en el artículo.
Esa imprecisión se refleja también en las variaciones del canon de operadores específicos. Para la CNFL, el incremento anual en el canon bruto es de 37% y no de 217%. Para el ICE, es de 34% y no de 112%. Y, para Recope, es de 10% y no de 46%.
La segunda imprecisión del artículo se genera al afirmar que las alzas en el canon respecto al 2013 “sin duda golpean los bolsillos de los usuarios”, y que para el 2015 serán aún más dramáticas. Es una imprecisión en lo cuantitativo, porque –como expliqué– el aumento en el canon bruto entre el 2013 y el 2014 es mucho menor que el que se indica en la noticia referida, y está muy lejos de ser dramático.
Además, el porcentaje de los montos de las tarifas que se asigna al canon de la Aresep es tan pequeño, que no se puede afirmar que golpea los bolsillos de los usuarios. A manera de ejemplo, menciono que en el 2014, por cada ¢100 de tarifa se destinaron al canon entre 14 y 42 céntimos –dependiendo de la empresa– en los servicios de electricidad; 73 céntimos en los servicios de transporte por autobús; 39 céntimos en los servicios de taxi; 5 céntimos en el servicio de venta de gasolina y diésel; y ¢1,10 en los servicios de agua.
A cambio del pequeño margen en las tarifas que se cobra por el canon, la Aresep ha venido incrementando los programas de fiscalización de la calidad. En el 2010, solo había en Aresep un programa permanente en ese campo: el de supervisión de la calidad de hidrocarburos. Actualmente, ese programa se ha ampliado considerablemente y, además, se han creado los de evaluación de la seguridad de las plantas envasadoras de gas licuado de petróleo, de fiscalización de la calidad del suministro eléctrico, de supervisión de la gestión del Centro Nacional de Control de Energía, y de regulación de la calidad de los servicios de acueductos y alcantarillados. Y estamos desarrollando otros nuevos, como el de calidad del servicio de autobuses.
Los beneficios que presta la Aresep a los consumidores también se muestran en la magnitud de los precios de los servicios públicos. En el 2013, la diferencia entre las tarifas solicitadas por los operadores de los servicios de agua, electricidad e hidrocarburos, y las tarifas aprobadas por la Aresep, generó ahorros a los usuarios por más de ¢225.000 millones. Esa cifra es más de 16 veces el canon bruto de la Aresep en el 2013.
En resumen: la Aresep no experimentó ningún aumento dramático en su canon entre el 2013 y el 2014. El porcentaje del canon dentro de las tarifas es tan pequeño que su impacto en el presupuesto de las familias costarricenses es insignificante, y, a cambio de ese monto, los usuarios de los servicios públicos reciben beneficios muy altos en términos de precios mucho menores y de una mejor calidad de los servicios públicos.