América Latina cierra un año caracterizado por una intensa maratón electoral (7 elecciones presidenciales, incluida la de Costa Rica) en un contexto económico de franca desaceleración. El crecimiento proyectado por la Cepal para este año es de tan solo 1,1%, (si bien con un alto grado de heterogeneidad entre los países), el más bajo de los últimos cinco años. Para el 2015 se proyecta una recuperación modesta (2,2%), aunque estos cálculos están supeditados a múltiples factores.
Dos países afrontan el nuevo año sumidos en la crisis: Venezuela, en plena estanflación (agravada por la fuerte caída del precio del petróleo), y Argentina, con bajo crecimiento, alta inflación y conflicto con los “fondos buitres”.
Las dos grandes economías regionales, Brasil y México, afrontan sus propios demonios económicos y políticos. En Brasil, la presidenta, Dilma Rousseff, con un mandato débil, apuesta su capital político al nuevo equipo económico para hacer un ajuste fiscal demorado y necesario que le permita recuperar la confianza de los inversionistas y, de ese modo, el crecimiento. El escándalo de Petrobras le impone luchar frontalmente contra la corrupción y la impunidad, e implementar una profunda reforma política que ha sido postergada durante demasiado tiempo.
En México, la caída del precio del petróleo, el bajo crecimiento económico y la oleada de protestas a raíz de los asesinatos de los alumnos normalistas de Ayotzinapa, en Iguala (estado de Guerrero), y el escándalo de la “casa blanca” (propiedad de la primera dama, que ha sido puesta en tela de juicio por el origen de su financiamiento) han eclipsado el llamado “momento México” y colocado al presidente, Enrique Peña Nieto, contra las cuerdas (la peor situación desde su llegada a Los Pinos), quien, mediante el anuncio de nuevas reformas y propuestas (seguridad, justicia, apoyo económico a los estados más débiles, etc.), intenta retomar la iniciativa, hacer que las reformas estructurales rindan los resultados prometidos y, de este modo, recuperar la confianza ciudadana.
En la agenda electoral del 2015 destacan tres elecciones presidenciales (Argentina, Guatemala y Haití), tres legislativas de gran importancia (El Salvador, México y Venezuela), y varias estatales, regionales y municipales: Bolivia, El Salvador, Colombia, México, Paraguay y Uruguay, entre otras.
El desafío de las urnas. Las tres elecciones presidenciales siguen aún muy abiertas: en Guatemala (desde el retorno a la democracia hasta la fecha), el oficialismo nunca ha repetido en el poder. Los tres candidatos mejor posicionados son el oficialista Alejandro Sinibaldi y los opositores Manuel Baldizón (quien, por ahora, encabeza las encuestas) y Sandra Torres.
En Argentina, el kirchnerismo llega desgastado a los comicios y sin un candidato claro por el momento. Hoy por hoy, son tres los candidatos que lideran los sondeos: Sergio Massa (peronista, exjefe de gabinete de Fernández de Kirchner), actual legislador nacional y opositor del Gobierno; Daniel Scioli (también peronista, exvicepresidente de Néstor Kirchner, actual gobernador de la provincia de Buenos Aires y cercano al Gobierno), y el centro-derechista Mauricio Macri (actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires).
En Haití, en un ambiente político cada vez más tenso, resulta igualmente incierto quién será el sucesor del presidente Michel Martelly.
En Venezuela, las elecciones parlamentarias incrementarán la tensión política y la represión del régimen. La oposición tiene una oportunidad de oro para arrebatar la mayoría en el Legislativo al chavismo, aprovechando la profunda crisis económica que se abate sobre el país y la caída de la popularidad de Nicolás Maduro en las encuestas. La gran pregunta es si la oposición sabrá aprovechar esta oportunidad y si las elecciones serán verdaderamente libres y competitivas.
En el caso de México, el presidente, Peña Nieto, acosado por las protestas y los escándalos, se juega el futuro de su gobierno en las elecciones de medio periodo de junio del 2015. Los resultados de estas elecciones son claves para saber si Peña Nieto contará con suficiente capital político para seguir impulsando su agenda de reformas estructurales (Pacto por México) durante los restantes tres años de su mandato.
Finalmente, las elecciones parlamentarias y municipales salvadoreñas revisten particular importancia, ya que, mientras el gobierno de Sánchez Cerén buscará revalidar el triunfo que obtuvo en las elecciones presidenciales, a inicios del 2014, asegurando un buen apoyo legislativo y municipal para su gestión, Arena intentará obtener la revancha en las urnas.
Colombia y Chile. En Colombia, además de las elecciones regionales (en las cuales el “uribismo” irá por la revancha), la atención estará puesta sobre la fase final de la negociación en La Habana, entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, para alcanzar la paz. De concretarse, este será, sin lugar a dudas, el acontecimiento político más importante de la región. La suerte del proceso de paz quedará sujeta al resultado del referendo que, probablemente, tendrá lugar en el segundo semestre del 2015 o a inicios del 2016 (en función de la velocidad y del éxito con que avancen las negociaciones).
El 2015 es también un año vital en Chile para el gobierno de Michelle Bachelet, quien deberá atender un doble frente: el de la reactivación de una economía en plena desaceleración y el de seguir impulsando su ambiciosa agenda de reformas educativas, políticas, laborales y constitucionales.
Mi opinión: América Latina vive horas bajas y debe hacer frente a una doble transición: desde el modelo basado en altos precios de materias primas y bajos costos de financiación a uno nuevo, con precios bajos de las materias primas y costo más alto de la financiación. Y, como bien advierte la OCDE, “esta brusca desaceleración económica no es coyuntural, sino que ha venido para quedarse. Es un fin de ciclo”.
La modesta recuperación de los niveles de crecimiento proyectada para el 2015 obliga a la región a poner en marcha, con urgencia, profundas reformas estructurales, dirigidas a cambiar su modelo de desarrollo, y adecuarse estratégicamente a este nuevo contexto global.
Solo mejorando la productividad y la competitividad, la educación y la innovación, la infraestructura, pero también la calidad de sus instituciones, la región podrá alcanzar un crecimiento económico inclusivo, equitativo y sostenible que, a la vez que permita seguir disminuyendo la pobreza y la desigualdad, pueda dar respuesta efectiva a las demandas y expectativas de una ciudadanía cada vez más consciente y exigente de sus derechos y de la calidad de sus servicios públicos.
Esta ralentización económica y la puesta en marcha de una agenda de reformas estructurales (incluidas las políticas de ajuste que veremos en algunos países) seguramente afectarán ciertos intereses, abonando el terreno para que el año próximo ciertos países padezcan un eventual incremento del malestar social y una gobernabilidad más compleja. Hay que evitar una agudización de los desequilibrios regionales, sobre todo en materia de desigualdad e inseguridad ciudadana.
Pero la región no es homogénea. Por el contrario, existe un importante grado de heterogeneidad que determinará una gran diversidad de situaciones nacionales. Bien lo señala Warren Buffet: “Cuando la marea baja, se sabe quién nadaba desnudo”. Con los países de la región pasará algo similar en el 2015. Pronto sabremos qué Gobiernos nadaban sin traje de baño.
Daniel Zovatto, director regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe.