La Nación recogió gastadas y falsas imputaciones hechas contra mí por el Sr. Efraim Zuroff, Director del Centro Wiesenthal en Jerusalén. Es justo y necesario aclarar los hechos y describir la persecución de que soy blanco desde hace 13 años.
Inicio de la infamia. En 1994, el Dr. Henry Kissinger, exsecretario de Estado de los Estados Unidos, renunció al Instituto Báltico de Estudios Estratégicos e internacionales, con sede en Tallin, Estonia. La causa fue una carta de Zuroff en la cual decía que mi presencia era inaceptable en su Comité Directivo y me señalaba como colaborador nazi en mi país, durante la II Guerra Mundial. Renuncié, para facilitar la aclaración del incidente.
Zuroff refería a Kissinger unas antiguas y falsas insidias fraguadas por simpatizantes del N.K.V.D (policía política de Stalin), que reflejan, en 1994, el informe sueco de la Comisión Sandler (entre extrajudicial, de corte político). Este reporte puso en claro que en los cuatro meses y medio que laboré en la Policía Política de Estonia (setiembre de 1941 a enero de 1942), no participé en actividades criminales, persecuciones, ejecuciones o crímenes contra la humanidad, ni de otra índole. Como efecto de la carta de Zuroff a Kissinger, el Departamento de Justicia colocó mi nombre en una “watch-list” para impedir mi ingreso a los Estados Unidos.
Desde el 20 de noviembre de 1945, la Policía de Estocolmo certificó que nunca ha existido una acusación en mi contra, que no he sido sancionado por ningún acto y que nada desfavorable sobre mi persona se encuentra registrado en esa oficina. Solo así se explica que el Rey de Suecia me otorgara, pasados más de cuarenta años, la Orden de la Estrella Polar.
Investigaciones promovidas por mí. Las falsedades de Zuroff me llevaron a solicitar a la Corte Suprema de Justicia de Estonia, que estudiara sus imputaciones. El 11 de abril de 1994, la Corte Suprema concluyó que no había elementos para proceder contra mí y que, para la justicia estoniana, mi reputación estaba intacta.
Solicité también al Consejo de Seguridad Nacional investigarme durante la ocupación alemana de Estonia. El 22 de abril de 1994, el Consejo comunicó que de 1945 a 1994 no aparece ninguna denuncia criminal en mi contra.
El Consejo certificó que no soy mencionado en ninguna de las diecisiete investigaciones realizadas por oficiales del Comité de Seguridad Nacional (KGB) de la República Soviética de Estonia, para identificar y procesar a culpables por crímenes de guerra.
Hechos diversos y resultados recientes. A). Solicité al Departamento de Justicia la revisión del caso en los Estados Unidos. En agosto de 1996, se determinó que no hay prueba o evidencia legal contra mí. Mi abogado, Dr. Martín Mendelsohn, encontró que la decisión sobre la visa fue discrecional, por el solo hecho de haber trabajado como oficinista, a los 21 años de edad, en la Policía Política de Estonia. Prometieron que la visa sería restituida si probaba mi inocencia, ¿pero cómo hacerlo si nunca he sido acusado de ningún hecho punible?
B). El Presidente de la República de Estonia nombró en 1998 una Comisión Internacional para investigar crímenes contra la humanidad cometidos de 1940 a 1991. Presidida por el diplomático finlandés Max Jacobson, sus otros miembros eran personalidades de Dinamarca, los Estados Unidos y Rusia.
El 27 de abril de 2001, la Comisión Internacional determinó que no hay referencia, ni prueba alguna en mi contra. Nuevamente fui exonerado de las falsedades de Zuroff.
Por esos días, se conoció el resultado de una investigación de la Policía de Estonia, que tampoco encontró evidencias sobre tales invenciones.
C). Zuroff pidió al Primer Ministro de Estonia, por carta del 21 de marzo de 2001, una investigación judicial. Confirmada mi inocencia en resultados preliminares de enero de 2003, mi perseguidor puso en entredicho la justicia de Estonia y hostilizó a una agencia de publicidad que se negó a hacer campaña sobre una “recompensa” de $10.000 por la caza de criminales de guerra.
La representante de la comunidad judía, Cilja Laud, advirtió públicamente que Zuroff no representa la posición de la comunidad judía en Estonia y que su imprudencia podía fomentar el antisemitismo.
D). A comienzos de 2003, Zuroff creó un incidente en Costa Rica, país al cual me unen viejos e importantes lazos de amistad.
El 4 de febrero se me comunicó que mi ingreso futuro no sería autorizado. La decisión se basó en información del Centro Wiesenthal en Internet. Analizadas las pruebas aportadas en el procedimiento, incluidos requerimientos al Departamento de Justicia de los Estados Unidos y nueva documentación de la Policía de Estonia, la situación fue subsanada el 6 de noviembre de 2003.
E). La investigación de la Fiscalía General de Estonia (expediente Nº 01913000043), realizada a petición de Zuroff, concluyó el 30 de diciembre de 2005. Fueron interrogados 56 testigos; se solicitaron pruebas judiciales y documentales a los Estados Unidos, Rusia, Suecia, Finlandia y Alemania; fui interrogado tres veces. La decisión judicial que confirma mi inocencia, no fue apelada por Zuroff.
Una “cacería” mediática. Mi perseguidor olvida que hay leyes, tribunales y países soberanos; que siempre he sido declarado inocente; que mi nacionalidad, mi conciencia y el honor de mi familia, no dependen de sus crecientes necesidades publicitarias o de sus declinantes recursos presupuestarios.
Las actuaciones de Zuroff, son falsas, temerarias, insustanciadas. Nunca he realizado actividades delictivas o criminales en contra de la humanidad o de las personas; todas las investigaciones desde 1945, me exoneran. Nunca fui miembro, ni colaborador del partido nazi o de las fuerzas de ocupación alemanas; cuando era líder estudiantil en la Universidad de Tartu, fui fichado por el Servicio Alemán de Seguridad (SD) como elemento políticamente peligroso y en setiembre de 1943 logré escapar a Finlandia. Zuroff nunca aporta pruebas porque no existen contra una persona inocente.
Por la honorabilidad de la institución que representa, más le convendría a Zuroff reconocer que está equivocado. Ante los irreparables daños materiales y morales perpetrados contra mí y mi familia, ojala tenga la hombría de bien de renunciar y someterse a la justicia ordinaria de los países donde me ha calumniado, para que responda civil y penalmente por sus abusos.
Tengo excelentes vínculos de amistad y comerciales con miembros de la comunidad judía. En setiembre de 1979 fui invitado al Estado de Israel para fomentar las relaciones comerciales con Venezuela; mi anfitrión en Tel Aviv fue el general Mota Gur, el de Entebbe. Soy, desde hace años, simpatizante y colaborador del Congreso Judío Mundial.
Soy un empresario honorable. Vivo en Venezuela y paso mis vacaciones en Costa Rica. Miembro del World Forum, que encabezaba el Presidente Gerald Ford, he participado en actividades del World Economic Forum (Davos) y el Standford Research Institue. He sido miembro del Consejo Internacional del Museo de Arte Moderno de Nueva York y director de diversas empresas en distintos países.
Esta será mi única aclaración en La Nación, por respeto a los ciudadanos de este ejemplar país. De continuar las informaciones falsas y agraviantes en perjuicio de mi honra y de mi reputación quedo obligado a recurrir a los estrados de justicia.