Ahora que las cuentas fueron remitidas al Ministerio Público para su revisión, la secretaria general del Partido Acción Ciudadana (PAC), Margarita Bolaños, niega la existencia del voluntariado en la agrupación. “¿Cuál voluntariado? Uno no trabaja voluntariamente. Les dijimos: trabajen y, si podemos pagarles, les pagamos”, afirmó.
La declaración se encamina a acreditar la realidad de los contratos firmados por el PAC con sus militantes para luego cobrar el importe de las facturas al Tribunal Supremo de Elecciones, pero contradice los hechos, las explicaciones anteriores y el historial de la agrupación.
Para comenzar, la afirmación es contradictoria en sí misma. Según la secretaria general, nadie trabaja voluntariamente, pero el PAC encuentra legiones dispuestas a hacerlo por la promesa de “si podemos pagarles, les pagamos”. Luego, el partido retribuye el trabajo con papeles de improbable contenido económico y ni siquiera los entrega a los interesados porque, de conformidad con el tesorero, Maynor Sterling, pretendían evitar su venta antes de confirmar si tendrían algún valor. Esa hipótesis nunca fue probable y, según el tesorero, ya existía la experiencia del 2006, cuando “compradores de buena fe” se sintieron engañados.
Además, la alta dirigencia sostuvo, desde el inicio del escándalo, que a los contratantes siempre se les dejó claro que no deberían esperar la retribución de sus servicios, pues el dinero cobrado al TSE con las facturas y contratos firmados por ellos ingresaría como donación a la arcas de la agrupación.
En un artículo publicado por La Nación en fecha reciente, Ottón Solís, líder histórico del partido, escribe: “En ese marco de austeridad y sacrificio, y con nuestros límites autoimpuestos en cuanto al monto de la deuda política a liquidar, no considero carente de ética haberle pedido a partidarios que facturaran trabajo y servicios efectivamente ejecutados, y que si les era posible no cobraran para que el partido tuviese recursos”.
Los legisladores Jeannette Ruiz y Claudio Monge nunca pretendieron cobrar. Ambos dicen haberle aclarado a la agrupación su propósito de trabajar como voluntarios. La diputada Ruiz enfatiza su decisión de no “recibir un solo cinco del partido”.
Además, se impone preguntar a la secretaria general si la lista de contratados comprende a todas las personas que trabajaron en la campaña. De no ser así, hubo voluntarios, y muchos. En caso contrario, el PAC debe explicar a sus simpatizantes las razones de un apoyo tan escaso y tanta falta de mística.
El PAC, como su nombre lo indica, se ha mostrado orgulloso del trabajo desinteresado de sus dirigentes y militantes. En el artículo citado, Solís rememora: “Desde que fundamos el PAC preferí el voluntariado y las contribuciones de muchos a las billeteras gruesas de pocos”.
En abierta contradicción con las declaraciones de la secretaria general, Solís propone su ejemplo de voluntariado y defiende el de sus copartidarios en una entrevista publicada el 22 de octubre: “Pasé por tres campañas y no tuve un chofer, un guardaespaldas, un carro. En la última, ni siquiera oficina, y nunca he recibido un colón del partido para viáticos. Yo lo único que me he comido con plata del partido fueron los almuerzos del Congreso ciudadano, y esa es la característica de la mayoría de la gente del PAC”.
Por si fuera poco, el plan de gobierno para las elecciones del 2010 declara el voluntariado un “basamento de la Costa Rica que queremos” y promete promoverlo en iniciativas comunitarias y ambientales. Cumplir esa promesa es, evidentemente, imposible según los nuevos lineamientos esbozados por la secretaria general.
La investigación judicial apenas comienza, y las autoridades distan de establecer si el mecanismo empleado por el PAC implica la comisión de delitos y, en ese caso, si es posible individualizar a los responsables. Sin embargo, el partido ha hecho un daño, quizá irreparable, a dos de sus plataformas más destacadas. Por una parte, es difícil seguir sosteniendo el discurso de austeridad frente a la deuda política cuando se cobra al TSE trabajos que normalmente se hacen de forma voluntaria.
Por otra, el énfasis puesto en la ética queda, cuando menos, sujeto a discusión. La renuncia a la mística y el voluntariado vendría a ser una tercera pérdida, pero, por ahora, es solo la tesis de la secretaria general.