Roberto Acevedo, director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), visita nuestro país. Su presencia servirá para discutir temas de interés general relacionados con el comercio y para ventilar algunos aspectos del creciente proteccionismo en Costa Rica.
La posición oficial de Costa Rica en las negociaciones de la ronda de Doha y sus esfuerzos posteriores debe ser de pleno apoyo a la liberalización del comercio mundial, por los beneficios económicos y sociales que a todos traería. Varios temas se han venido discutiendo, algunos muy relevantes para los países en desarrollo, como el nuestro.
Uno de los principales es la agricultura. El objetivo debe ser garantizar el acceso a todos los mercados, en especial a los de países desarrollados, cuyo amplio poder de compra abre el potencial de exportaciones de sus socios menos desarrollados. Para nuestros países, los subsidios a las exportaciones de bienes agrícolas y el apoyo financiero a los productores en los países industrializados es fuente de gran distorsión y limita las exportaciones. Igual puede decirse de las barreras no arancelarias. También se debe modificar el desfasado concepto de seguridad alimentaria, aunado a un proteccionismo de nuevo cuño.
En esta materia, el actual gobierno tiene techo de vidrio. Ha abusado de medidas no arancelarias de carácter fitosanitario, como en el caso de la importación de aguacate de la variedad denominada Hass, procedente de México, o la carne de cerdo de Chile, cuando en el fondo lo que hay es una política proteccionista. También ha invocado un supuesto menoscabo a la producción nacional para recurrir a la cláusula de salvaguarda, como en el caso del arroz. En esos y otros casos se ha generado un incremento actual o potencial de los precios al consumidor, que afecta a las personas de más escasos recursos, con el argumento de la soberanía alimentaria. La OMC haría bien en indagar un poco más sobre la política oficial en estos casos y otros similares.
En productos industriales y similares, el objetivo de la ronda de Doha es eliminar o reducir sustancialmente las barreras arancelarias y no arancelarias a la importación, especialmente la proveniente de países en desarrollo, incluyendo materias primas y bienes semiterminados. Nuestro país ha avanzado mucho en ese campo con base en los tratados internacionales con distintas naciones, pero siempre habrá algún arancel por negociar o renegociar. Nos llama la atención, sin embargo, la actitud reticente del actual gobierno frente al tratado constitutivo de la Alianza del Pacífico, pospuesto indefinidamente. Y aunque se trata de una negociación bilateral ajena a la OMC, sus objetivos y beneficios son perfectamente compatibles y complementarios.
Cuando uno de nuestros reporteros le preguntó al Dr. Acevedo si a un país pequeño como Costa Rica le conviene adherirse a acuerdos con varias naciones como la Alianza del Pacífico, contestó, entre otras cosas, que no cree que “los modelos cerrados sean sostenibles”. Más claro no canta un gallo. Bien haría el presidente Solís en cambiar de actitud.
En materia de servicios, que es la parte más dinámica del comercio internacional, el avance mundial ha sido mucho más dispar. Las negociaciones se han conducido bilateralmente entre países o mediante esquemas más amplios, pero ajenos a la OMC, siempre considerando que cada gobierno tiene el derecho de decidir cuáles sectores se pueden, o deben, abrir a la competencia, y cuáles pueden permanecer en el seno estatal por razones estratégicas. En Costa Rica, la lucha por la apertura ha sido muy dura. Durante años, los bancos, seguros, electricidad, combustibles y la telefonía han sido monopolios o cuasi monopolios estatales.
La apertura de la banca estatal a la competencia privada fue uno de los logros que más beneficios ha traído en términos de calidad, pero no en el precio de los servicios dada la subsistencia de distorsiones, como el denominado peaje o cánon bancario para la apertura de cuentas corrientes, y las cargas impuestas a los bancos estatales que elevan los márgenes de intermediación. Esas y otras distorsiones deberían desaparecer.
Servicios como los seguros también se han beneficiado de cierta apertura, pero con resabios del pasado en algunas ramas esenciales. Y en hidrocarburos, en vez de avanzar, más bien hemos retrocedido. El gobierno, después de prometer denunciar los acuerdos con China para construir una nueva refinería a un costo elevado y bajo términos y condiciones dudosos, cedió sin ofrecer explicaciones suficientes. Esperamos que la visita del director general de la Organización Mundial del Comercio sirva para una franca y constructiva discusión con el gobierno de Costa Rica