El desarrollo y la clausura del Campeonato Mundial de Futbol en Sudáfrica, con el histórico triunfo de España, ofrecen un surtidor inagotable de enseñanzas que ya han comenzado a analizarse en los medios de comunicación nacionales e internacionales. Bueno es mantener un ojo abierto sobre este acervo de informaciones y comentarios para explotarlos en provecho del deporte nacional y, en particular, del futbol nacional.
Resulta ocioso ponderar la dimensión de este deporte en escala universal y su culminación, cada cuatro años, en un campeonato mundial, que se convierte por sí misma en una atracción sin parangón, para justificar el interés y la necesidad de revisar a fondo el papel y evolución, o involución, de esta actividad en nuestro país. Esta debe ser, de ahora en adelante, pasados los festejos, la obligación de nuestras autoridades deportivas, tanto privadas como públicas. Nos referimos, por supuesto, al deporte en general y al futbol en particular. Ya en nuestro editorial del viernes pasado tratamos el imperativo de poner el deporte, la actividad física y la recreación al servicio de la salud de los habitantes, mediante la aplicación, entre muchas otras iniciativas, del proyecto “Un pueblo en movimiento”.
En cuanto al futbol, los actuales dirigentes de este deporte han contraído, por su posición, un compromiso singular de análisis y coordinación con esta rama del deporte, con el concurso de los centros universitarios, formadores de profesionales en la materia; del ministerio de Deportes o del Instituto Costarricense del Deporte, con la prensa deportiva, con los estudiosos respectivos y con las personas experimentadas en esta actividad. Y nada mejor que el esplendor y la repercusión del Mundial en Sudáfrica y el escenario grandioso de su próxima edición en Brasil, para llevar a cabo esta tarea de diagnóstico, planeamiento y realización de un proceso (vocablo devaluado en nuestro país) responsable.
Un diagnóstico y planeamiento sobre el futbol actual, con miras al Campeonato Mundial en Brasil, en el 2014, como objetivo señero y polo de atracción, que engloba también la dimensión política, supone tener en cuenta aspectos básicos. Nos referimos a las escuelas de futbol y al tipo de formación que se brinda en ellas, al campeonato de primera y segunda división, cuya precariedad cualitativa causa sonrojo, y a la urgencia de directores técnicos profesionales y experimentados, que enseñen los principios básicos de la práctica del futbol. La falta de estos guías o maestros, cuya ausencia representa un círculo vicioso, desde hace décadas, compromete seriamente el desarrollo del futbol costarricense.
Nos referimos también a la promoción de la competitividad internacional, que emule y enseñe; a la infraestructura precaria actual y, aunque sea un tema que solo se desliza en las conversaciones, al peligro de la penetración en el futbol nacional de personajes o grupos mafiosos, o cuyos métodos o tácticas reflejen conductas corruptas.
El Mundial pasado, expuesto a todos los países y seguido por nuestros aficionados, fue una gran vitrina o punto de comparación para nuestros dirigentes, jugadores, árbitros (en lo malo), profesores y periodistas deportivos. Nuestros aficionados tenderán, por lo tanto, a ser, por comparación, más exigentes con lo bueno que profusamente vieron y oyeron durante un mes. Son las grandes lecciones de la competencia, como en otros campos de la actividad humana, cuando la mediocridad, la rutina, el mal gusto, la falta de conocimientos y el temor a la innovación salen a flote y obligan, por lo tanto, a la renovación y a la profundidad.