Todo cambio en la dirección de un banco central despierta incertidumbre. En el caso del Banco de Reserva Federal de los EE. UU. (FED, por sus siglas en inglés), la expectativa es aún mayor por la influencia que ejercen sus políticas en el resto del mundo. Janet Yellen, la nueva cabeza de la FED, hizo su primera intervención ante el Congreso y comenzó a despejar incógnitas.
En términos de política monetaria, Yellen representa lo que los comentaristas denominan “paloma” en relación con la laxitud de sus propuestas, por oposición a los “halcones”, más duros y conservadores con la creación de dinero. Esa visión se confirmó en su primera comparecencia ante el Comité de Servicios Financieros del Congreso, la semana pasada, donde declaró, desde el inicio, ser fiel seguidora del anterior presidente de la FED, Ben Bernanke, conocido por conducir una política monetaria muy acomodaticia. Eso marcó el tono de la comparecencia y de sus políticas. Agregó, sin embargo, nuevos elementos del desarrollo y perspectivas de la economía norteamericana, y reveló la posición que asumirá en los próximos dos años.
Remarcó que el crecimiento de la producción en los dos últimos trimestres ha sido más dinámica que lo previsto originalmente. En términos anualizados, el PIB creció a una tasa real del 3,5%, superior a la registrada en el semestre precedente, de 1,75%. Esas son muy buenas noticias para los países en desarrollo por la correlación tan grande entre la expansión allá, el aumento multilateral del comercio de bienes y servicios, y nuestro crecimiento económico. Si se mantiene esa expansión, quizás exceda las previsiones de crecimiento anunciadas hace un mes por el Fondo Monetario Internacional (2,8%).
La mayor expansión se reflejó en la creación de empleos. La tasa de desempleo abierto cayó alrededor de un punto porcentual, pero –según Yellen– todavía excede el promedio del desempleo de largo plazo, ubicado alrededor del 5,5%, con el que la FED se sentiría cómoda. Debe recordarse que, desde inicios del 2013, se había fijado como meta reducir el desempleo hasta ese nivel porcentual como uno de los dos elementos esenciales a observar por la institución, a efecto de cambiar la dirección de la política monetaria. Pero, ahora, se considera que el número de trabajadores con más de seis meses de desempleo es muy grande, al igual que los registrados con empleos de medio tiempo. El mensaje enviado es que, aunque llegue el desempleo total al 5,5% de la fuerza laboral, la política monetaria todavía podría permanecer expansiva por un período de tiempo mayor.
La otra meta explícita fijada por la FED para cumplir su doble mandato, consistente en controlar la inflación y garantizar el pleno empleo, era alcanzar una inflación de entre 2% y 2,5%, para evitar una recesión, como ha ocurrido históricamente en Japón y, más recientemente, en la Unión Europea. Actualmente, la inflación en Estados Unidos es apenas del 0,8%, pero quisieran verla llegar, por lo menos, al 2%. Las perspectivas, sin embargo, son que no se alcanzará la meta este año, por lo que la política monetaria continuará laxa por un período más prolongado.
Menester es recordar que las tasas de interés de corto plazo fijadas por la FED para sus operaciones todavía rondan entre 0% y 0,25%. La posición de Yellen es que, a pesar de que mantendrá la política de reducir gradualmente las compras mensuales de títulos de gobierno e hipotecas privadas, como había sido aprobada en diciembre, las tasas de interés permanecerían acomodaticias durante un período más prolongado. Los expertos estiman que esa política se mantendrá todo este año y, quizás, buena parte del 2015.
El gradualismo monetario, como vemos, continuará en los Estados Unidos, por lo que es fácil prever que habrá suficiente liquidez para sostener el crecimiento de la producción mundial, y que las tasas oficiales de interés no presionarán muy pronto, al menos teóricamente, los mercados financieros internacionales, incluyendo el nuestro. Pero, como hemos dicho en otras oportunidades, eso no significa que los mercados de valores y las bolsas organizadas reaccionarán con la misma gradualidad. Las primas exigidas para los títulos gubernamentales emitidos por países emergentes y en desarrollo tenderán a ser mayores, por razones de riesgo, aunque en los EE. UU. no se presionen muy pronto las tasas oficiales de interés de corto plazo. Y, cuando a Yellen se le preguntó cuál sería el efecto de sus políticas en la volatilidad cambiaria observada en países en desarrollo, como Argentina, se limitó a decir que esa volatilidad no afectaba a la economía norteamericana.
¿Qué conclusiones podemos derivar? Que la economía estadounidense está mejorando, que las autoridades monetarias se han empeñado en no hacer abortar la recuperación con políticas monetarias restrictivas prematuras, y que esa política laxa se mantendrá por algún tiempo, pues el interés que prima es el empleo sobre la inflación. Sin embargo, para los países en desarrollo, probablemente el ajuste financiero y cambiario vendrá más aceleradamente, a lo cual hay que ponerle mucha atención. Pero no hay mal que por bien no venga. Ese ajuste cambiario, aunado al mayor crecimiento por el intercambio de bienes y servicios, impulsará el crecimiento y el empleo en nuestros países, incluyendo a Costa Rica. Y eso se debe reconocer y destacar.