Internet es utilizada, hoy en día, por cerca de 3.000 millones de personas. Es uno de los fenómenos más grandes y complejos en la historia de la humanidad y, sorprendentemente, es gobernada y administrada sin el concepto de autoridad o control.
Internet no es controlada por ningún país, Gobierno, empresa o institución. Internet es gobernada por un grupo de individuos, organizaciones de la sociedad civil y empresas privadas.
Lo extraordinario es que el ecosistema de gobernanza de Internet funciona y se ha convertido en uno de los más eficaces que se conocen. Ha logrado legitimidad, es inclusivo y la toma de decisiones se basa en el consenso. Internet es gobernada por lo que se conoce como un “modelo multipartito” ( multistakeholder model ) en el que participan todos los interesados.
Este modelo de gobernanza ha hecho posible el crecimiento de Internet, donde cada día más individuos y organizaciones expresan y comparten ideas en un ambiente de apertura, colaboración y libertad. El modelo es responsable del auge de innovación y colaboración que caracteriza a Internet, de los nuevos tipos de negocios, de los empleos intensivos en creatividad y conocimiento, y de la “nivelación de la cancha” que permite a pequeñas empresas y países competir, de tú a tú, con los más grandes y tradicionales. En Internet, una gran idea puede convertirse en una gran empresa en muy pocos años. Amazon, Skype, Waze, Facebook y muchos otros emprendimientos sirven de ejemplo. La falta de control central en Internet no es casualidad, es diseño.
Mal haríamos, sin embargo, en dar por sentado que Internet continuará funcionando como lo ha hecho hasta ahora. Hay quienes pretenden cambiar la gobernanza de Internet por un modelo basado en autoridad y control. Existen países que abogan por el control territorial de Internet (si se les hubiera complacido, la Primavera Árabe no habría sucedido), a pesar de que la geografía es anatema de Internet. Hay empresas que quisieran cobrar por tiempo, distancia, localidad y contenido. Conceptos como la neutralidad de la red, que garantiza trato igualitario a todos los usuarios, datos y tecnologías, están seriamente amenazados.
Aplaudimos, por eso, la posición de doña Gisela Kopper, ministra de Ciencia y Tecnología, quien declaró a este diario que la valiente posición asumida por Costa Rica en la Conferencia Mundial de Telecomunicaciones Internacionales es avalada y será continuada por el Gobierno actual. En dicha conferencia, en diciembre del 2012, se intentó imponer una nueva versión de las Regulaciones Internacionales de Telecomunicaciones, en la cual se otorgaba a los Estados funciones administrativas sobre la red y potestad de limitar sus contenidos. Costa Rica fue el único país en vías de desarrollo que levantó la voz y se negó a firmar el documento. La ministra no deja lugar a dudas: “Mantenemos nuestra posición de Dubái”.
¿Es el antagonismo al modelo de gobernanza de Internet una cuestión política, relacionada con la democracia o la opresión? ¿Será, más bien, un asunto económico, relacionado con la lucha de empresas de antaño para mantener su hegemonía? Es probable que la verdadera importancia del modelo de gobernanza se deba a que su eficacia pueda hacer evidente la conveniencia de aplicarlo a otros asuntos mal gobernados.
En este campo, la vocación democrática de Costa Rica tiene, una vez más, la oportunidad de manifestarse para bien de toda la humanidad y defensa de los valores cimeros de la democracia y la libertad. La voluntad de la actual Administración de continuar por el buen camino debe ser reconocida y aplaudida.