En las últimas semanas hemos visto un fuerte proceso de ajustes en el tipo de cambio y en las tasas de interés. Es importante analizar ese proceso y el estilo del Banco Central para enfrentarlo. El país padece desde hace varios años un fuerte desequilibrio fiscal y un aumento de la deuda pública. Esto ha ocurrido sin graves consecuencias, porque hasta el año pasado el financiamiento externo fue fácil y barato. Sin embargo, las condiciones externas de la economía desde finales del año pasado han venido cambiando. La Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos ha empezado a aumentar las tasas de interés de su política monetaria y se apresta a desinflar la expansión monetaria. Adicionalmente, la nueva administración estadounidense plantea importantes riesgos en el entorno económico mundial.
Costa Rica tendrá que vivir sin tanta abundancia de dólares y, necesariamente, deberá ajustarse la faja. Una salida posible es una reforma para reducir el déficit fiscal, pero no va a ocurrir a corto plazo. Entonces, el socarse la faja tiene que venir por el lado del Banco Central, mediante aumentos en las tasas de interés y en el tipo de cambio. La misión del FMI que visitó el país recientemente dejó claras dos cosas: primero, la tasa de interés de la política monetaria del Banco Central era muy baja y, segundo, se necesita una política cambiaria más flexible.
El Banco Central permitió que las tasas de interés en colones fueran muy bajas en comparación con las tasas de interés en dólares corregidas por la expectativas de devaluación. Esto hizo que los inversionistas prefirieran ahorrar en dólares, en vez de colones, lo cual generó una fuerte demanda de la divisa en el mercado cambiario.
El Banco Central, durante los primeros meses de este año, no hizo ajustes en su tasa de interés de política monetaria y evitó la devaluación del colón en el mercado cambiario mediante la venta de sus reservas. Es decir, alimentó el desequilibrio macroeconómico.
En las últimas semanas, pero principalmente en las dos más recientes, el Banco Central cambió violentamente su política. Por un lado, dejó flotar el tipo de cambio en forma abrupta (una devaluación de casi ¢30 en los primeros 28 días de mayo) y aumentó la tasa de interés de política monetaria de un 1,75% a inicios de abril hasta el 4% hace una semana.
En unas pocas semanas, el Banco Central dio un bandazo desde la inacción hasta una terapia de choque. El error es claro: se durmió en sus laureles en los primeros meses del año y luego reaccionó con violencia pocas veces vista. Esto último incentivó una espiral de expectativas de aumento en el tipo de cambio.
Un segundo error del Banco Central fue su falta de contundencia para parar la espiral en contra del colón hasta el jueves 25 de mayo. Antes de esta fecha actuó con timidez y fue arrastrado por los temores del mercado. Felizmente, aunque tarde, la decisión de intervenir contundentemente calmó las expectativas de devaluación.
El tercer error es la falta de una explicación clara y didáctica para el público de la magnitud del desajuste macroeconómico del país, de su origen y de cuáles son las medidas propuestas para preservar la estabilidad macroeconómica en condiciones de un fuerte desequilibrio fiscal. Si el Banco Central no comunica adecuadamente su política, se corre el riesgo de generar interpretaciones erróneas y falsas expectativas. El Banco debe entender que la eficacia de su política no solo depende de hacer las cosas bien, también depende de su buena comunicación.
Entendemos perfectamente las dificultades para el diseño de las políticas. En particular, entendemos que ante el desequilibrio fiscal la política ideal es reducir el déficit fiscal. Pero si esto no está ocurriendo, al Banco Central no le queda otro remedio que echarse el ajuste a sus espaldas.
Reconocemos la necesidad de hacer modificaciones en la política monetaria y en la política cambiaria del Banco Central para preservar la estabilidad económica. Las autoridades no deben desistir de realizar los ajustes necesarios. Pero discrepamos en la oportunidad, el estilo y la comunicación de estas políticas.