Sin autoridad no hay reforma

Furgones y lotes baldíos: muestras de irresponsabilidad

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El fin de la reforma del Estado es el ser humano, pues, por principio, el Estado está a su servicio. En la práctica ocurre, sin embargo, lo contrario: las personas son víctimas permanentes de la ineficiencia y de la falta de autoridad de los funcionarios públicos.








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