El estudio "Fe y creencias del costarricenses'', realizado por la firma Demoscopía S. A. para La Nación, representa un valioso esfuerzo de auscultamiento del sustrato espiritual del pueblo costarricense. Su conocimiento es necesario, en especial para los dirigentes del país, pues contribuye a explorar la identidad de la nación, sus motivaciones actuales y sus tendencias hacia el futuro.
En la edición de la Revista Dominical del 17 de marzo pasado se publicó una síntesis de esta investigación social. En este comentario nos vamos a ceñir a la sección correspondiente a la percepción del costarricense sobre la moral cotidiana por su contenido teórico y por su aplicación práctica, esto es, sobre una serie de valores generales, comunes a todos los ciudadanos, que algunas llaman virtudes públicas. Su interés reside en su generalidad ya que conforman el humus moral cotidiano de los ciudadanos, sin referencia directa a sus preferencias religiosas.
La pregunta nuclear de esta sección versa sobre la posible reacción de los demás y con qué frecuencia ante una serie de conductas o situaciones de orden moral. De este modo, al juzgar a los demás el encuestado se juzga, indirectamente, a sí mismo. Las respuestas recogen una experiencia colectiva, que se capta en el diálogo con la gente y en las experiencias personales, pero que, acuñada en cifras, debe sobresaltarnos aún más. Para los dirigentes del país, en todos los campos, he aquí una radiografía que ha de inducir a una reflexión profunda, por cuanto estos valores están en la base del desarrollo integral y auténtico de una nación.
Resumimos los resultados: uso de la mentira para satisfacer el propio interés, el 94,8 por ciento; uso del teléfono y de otros materiales del lugar de trabajo en beneficio personal, el 85,5 por ciento; aprovechamiento de las horas de trabajo para realizar gestiones propias, el 80 por ciento; ausencia del trabajo sin causa justificada, el 79,8 por ciento; adulteración de la declaración de la renta para pagar menos, 77 por ciento; utilización del puesto para enriquecerse en forma ilegal, 76 por ciento. Resulta ilustrativo agregar que el 51,5 por ciento estima que los padres enseñan a sus hijos siempre o casi siempre que lo importante es hacer dinero, no importa los medios o la moral.
Estas respuestas nos muestran que los cuatro valores fundamentales de un ser humano o de una sociedad-- la verdad, la honradez, el trabajo y la solidaridad-- están en crisis en nuestro país. En segundo lugar, sorprende el desfase existente entre una fe religiosa profunda y extendida --más del 90 de la población-- y el deterioro de los valores morales. Este segundo aspecto es rico en estrategias formativas para los dirigentes religiosos. El primero, por su lado, debe movilizar a los dirigentes políticos, educativos y empresariales. Su comprobación empírica explica muchos problemas actuales del país. Que esta investigación caiga en terreno fértil.