El Banco Nacional podría verse expuesto a serios problemas patrimonialesLa producción de banano, que tiene como meta básica el mercado externo y que ha convertido a esa fruta en nuestro principal producto de exportación, y fuente de divisas, atraviesa un período de vacas flacas. Por tratarse de un producto altamente perecedero, sus problemas coyunturales se convierten en estructurales, no solo para las empresas y el sector bananero, sino para la economía del país como un todo.
En efecto, como informamos en nuestra edición del pasado lunes, las compañías bananeras locales cuentan con un 15 por ciento del crédito concedido por los miembros del Sistema Bancario Nacional. El saldo del crédito excede los 18.000 millones de colones y los principales acreedores son los bancos estatales, cuya participación supera el 90 por ciento del total. El Banco Nacional de Costa Rica y el desaparecido Banco Anglo Costarricense son los que más crédito concedieron al sector bananero del país.
Hoy --por diversos problemas, que van desde las dificultades que Europa ha puesto a nuestras exportaciones de la fruta, hasta el sobreendeudamiento y la elevación de las tasas de interés en nuestro país-- una altísima proporción del crédito bananero está en mora. También mantienen las compañías bananeras deudas importantes con la Caja Costarricense de Seguro Social y, por ello, el mal de algunos hoy parece haberse convertido en mal de todos.
La actividad bananera, como cualquiera otra, está expuesta a riesgos comerciales y de otra naturaleza. No procede, entonces, que las instituciones bancarias asuman exposiciones tan elevadas como las que relativamente asumieron el Banco Nacional y, especialmente, el Banco Anglo Costarricense. La garantía estatal a las operaciones de sus bancos no debe ser vista como un cheque en blanco, que hace innecesario el riguroso análisis crediticio. El Banco Anglo quebró por malas prácticas y todos lo sentimos. El Banco Nacional podría verse expuesto, si es que no lo está ya, a serios problemas patrimoniales también.
La supervisión de nuestro sistema financiero, que es ejercida por la Auditoría General de Entidades Financieras (AGEF), debe mantener controles permanentes que eviten la sobreexposición en materia de crédito. De haber sido eficaz la AGEF en esa labor, el Banco Anglo no habría expuesto en una sola área de actividad un monto superior a su patrimonio. No deja de preocupar también que, en momentos de problemas generales como los que hoy vive nuestro sistema financiero, AGEF haya rebajado los estándares de aprovisionamiento por cuentas de dudoso cobro. La función de estas reservas es, precisamente, garantizar a los ahorrantes que en momentos difíciles los intermediarios cuentan con recursos para honrar sus pasivos.
Sobreendeudamiento privado, excesiva exposición de la banca estatal, pobre supervisión y mala suerte explican los problemas que hoy vive el sector financiero. Respecto a la mala suerte es poco lo que se puede hacer. Pero los demás problemas están bajo la esfera del control humano y AGEF debería asegurar al país que los intermediarios bancarios no han renunciado a ejercer la necesaria dosis de disciplina financiera.