Si bien la disminución en la tasa de crecimiento del índice de actividad económica del sector agropecuario calculada por el Banco Central (Imae agropecuario) nos intranquilizaba, el registro de una caída en la producción (contracción) de ese importante sector desde marzo nos causa honda preocupación.
La preocupación proviene de la importancia relativa de ese sector en la vida nacional y productiva. Aporta un 9,3% al producto interno bruto (PIB), según cifras del Banco Central, pero contribuye con una cifra porcentual aun mayor (13,6%) al empleo total del país, según el Inec. Además, genera una buena parte de los alimentos consumidos por los costarricenses. De ahí su importancia económica y social.
Determinar las causas del deterioro del sector agropecuario es, quizás, más sencillo que identificar e implementar soluciones permanentes. Según la ministra de Agricultura y Ganadería, Gloria Abrahams, dos son las razones principales del deterioro: el mal desempeño de la economía internacional y la apreciación cambiaria registrada en los últimos años en Costa Rica. Ambas se relacionan.
El bajo crecimiento de la economía estadounidense y la caída del consumo total en la Unión Europea castigan nuestras exportaciones de productos agrícolas, particularmente en los últimos meses de este año. Y si el estancamiento del tipo de cambio y la mayor inflación comparada con la internacional afectan la rentabilidad, merma el estímulo para emprender nuevas inversiones en el sector agrícola.
Otros factores también han incidido en el mal desempeño agrícola. El menor crecimiento del consumo interno, aparejado con la pérdida de dinamismo de la producción y el modesto crecimiento del empleo, ingresos y salarios, han deprimido la producción y venta de productos agropecuarios. En el caso de algunos de ellos, como el café, las plagas (roya) se tradujeron en menores cosechas y, para colmo, los precios internacionales cayeron de $226 por quintal, el año pasado, a $171 por quintal este año. El menor crédito disponible para el sector como un todo (-5,25% en lo que va del año) se cita, también, como una de las causas de menor producción.
A pesar de las causas internas y externas que afectan la producción agropecuaria, albergamos la esperanza de un cambio en el segundo semestre y una leve mejoría el año entrante, según expresamos detalladamente en nuestro editorial del lunes anterior. Las economías de los países desarrollados crecerán un poco más en el 2014, y el mercado interno costarricense se recuperará también un poco para expandirse un 3,6%. El propio Banco Central, en sus estimaciones, calcula que el PIB agropecuario dejará de presentar cifras negativas para crecer alrededor de un 1,3% en 2014. Debe recordarse que la producción agrícola es muy cíclica, como bien ha dicho la ministra de Agricultura y Ganadería, y es de esperar que las cifras del empleo agropecuario empiecen a mejorar al finalizar el año.
Quisiéramos, desde luego, ver tasas de crecimiento más vigorosas en el sector agropecuario, lo cual no será posible sin cambios estructurales para hacerlo más eficiente y competitivo. Si se desagregan los componentes de la producción agropecuaria, por ejemplo, vemos que algunos sectores, como los granos básicos, han venido mostrando tasas de variación negativas hasta de dos dígitos desde hace ya algún tiempo. Eso se relaciona con los modelos de precios, producción local e importación de algunos granos, como el arroz, donde existe una problemática muy pronunciada, incluyendo proteccionismo e insuficiente productividad, señalada muy bien por la ministra de Agricultura y Ganadería en una carta abierta a la Corporación Nacional del Arroz (Conarroz) la semana pasada.
También existen problemas relacionados con el proteccionismo y la baja productividad en el cultivo de otros productos esenciales de la canasta básica, que afectan a los consumidores e inducen a seguir produciendo comestibles para los que, aparentemente, no tenemos suficientes ventajas comparativas, dados los precios –a veces subsidiados por gobiernos extranjeros- en el mercado internacional. Y aquí yace una parte importante de las soluciones a largo plazo para la reconversión del sector agrícola, como la han recomendado organismos internacionales especializados.
La reconversión y modernización del sector agrícola, aunque políticamente difícil de implementar, exige mayores grados de apertura y competencia interna y externa, y reducción de subsidios estatales en distintas formas, incluyendo créditos subsidiados y baja tributación. Pero es necesaria si queremos pasar a estados más avanzados de desarrollo económico y social.