Al cabo de una intensa contienda electoral, Salvador Sánchez Cerén, el candidato presidencial del FMLN, la antigua guerrilla marxista nutrida por Cuba y el sandinismo de Nicaragua, venció a Norman Quijano, legislador y exalcalde capitalino postulado por Arena, agrupación de la derecha que solía prevalecer en las urnas hasta hace pocos años.
El primero de junio próximo, Sánchez Cerén será juramentado como el nuevo presidente de El Salvador. Esta fue la segunda victoria sucesiva del FMLN, que no había logrado sacudirse su imagen radical en torneos previos dominados por Arena. Un cambio dramático se produjo en los comicios anteriores que ganó Mauricio Funes, popular comentarista de radio y televisión, ausente de campañas políticas pasadas.
Con la imagen de un movimiento de sello democrático que superó sus antecedentes cruentos para transformarse en adalid de las clases sociales menos favorecidas, Funes llegó a la presidencia. Ahora, Sánchez Cerén, su antiguo vicepresidente y exlíder guerrillero redimido como modesto educador, ofreció un programa de amplio contenido social.
Por su parte, Arena, identificada como bastión de la derecha apoyada por el capital, ha mantenido una base apreciable pero insuficiente para imponerse al caudal atraído por las propuestas sociales del FMLN.
Sin embargo, un escándalo de grandes proporciones, que podría alterar el delicado equilibrio político del país, estalló en días recientes e involucra al expresidente Francisco Flores, arenista y filósofo del capitalismo democrático. Aunque acaba de salir a la superficie, el enriquecimiento ilegal del que se acusa al exmandatario ha sido objeto de minuciosas investigaciones policiales.
Con la colaboración de fiscales norteamericanos, las autoridades salvadoreñas han determinado que, al menos, $15 millones en donativos de Taiwán no ingresaron a las arcas públicas y casi de inmediato pasaron a una red de cuentas privadas del expresidente en el exterior. Para conmover con mayor fuerza el escenario político, Flores se escapó y es buscado por Interpol en el extranjero.
De todas formas, Estados Unidos también desea su captura para extraditarlo bajo cargos de lavado de fondos. Valga añadir que el exmandatario guatemalteco Alfonso Portillo, extraditado de Guatemala por Estados Unidos, fue condenado el miércoles último en Nueva York a varios años de prisión por el blanqueo de millones de dólares provenientes también de donaciones taiwanesas.
Más allá de los procedimientos legales, el mayor impacto del escándalo se sentirá en el ámbito político. El balance de fuerzas reflejado en los recientes resultados electorales será afectado y Arena requerirá un gran empeño e inteligencia para superar las corrientes negativas de opinión. Es probable que el affaire Flores sea ligado a otros episodios de corrupción para configurar una imagen perjudicial para el futuro inmediato de Arena y sus agrupaciones afines.
La consolidación democrática de El Salvador demanda la preservación del equilibrio de fuerzas que ha costado tanto mantener. Altos y bajos en los niveles relativos de aceptación general son frecuentes incluso en democracias maduras, pero las caídas capaces de destruir al contrincante son el camino más rápido para la germinación de Gobiernos antidemocráticos. Y este desenlace perjudicaría no solo a los salvadoreños, sino también al resto de la región.