Una primera legislatura productiva, un período de intensa confrontación, un módico esfuerzo de parsimonia en el gasto, diversos logros culturales y ansias de diálogo y concertación: estas características describen la labor de la Asamblea Legislativa del 1o. de mayo de 1994 a hoy.
La Asamblea aprobó en este lapso más de 100 proyectos de ley, algunos de indiscutible proyección y necesidad. Desde este punto de vista, superó las expectativas y estableció una marca. Con todo, el parlamento debe modificar su estrategia de trabajo: el ritmo ordenado de análisis y producción debe desplazar el estilo espasmódico o convulsivo, dominado por un largo tiempo de letargo al que sucede, de pronto, una carrera frenética, un dinamismo sorpresivo en los últimos tramos del partido, cuando llega la hora de ganar puntos y de rendir cuentas. Una ley física nos dice que en la caída de los cuerpos el movimiento es, al final, más veloz. Sería deseable que el movimiento de la Asamblea sea, por el contrario, sostenidamente productivo, que la calidad del resultado supere la cantidad y que, además, el bien aportado a la sociedad sea oportuno. No hay razón alguna para que, teniendo a mano una solución legislativa razonable y factible y, aún más, aceptada la urgencia de la medicina, se posterguen las decisiones. No es leal con el país.
Los propios diputados admiten, por otra parte, que la confrontación ha derrotado al diálogo, secuela también de las fallas del Gobierno en el manejo político que, en las últimas semanas, han tenido un positivo viraje. Así lo han puesto de manifiesto las negociaciones entre Rodrigo Oreamuno y Miguel Angel Rodríguez. Si, pese al espíritu combativo prevaleciente, muchas veces salido de madre y hasta anacrónico, se han aprobado tantas leyes, ?qué no podría hacerse por el país en un clima de concordia? Desde esta perspectiva, infunde renovadas esperanzas y optimismo el acuerdo histórico suscrito, el viernes pasado, entre el presidente Figueres y el expresidente Calderón, que compromete al Gobierno, al PUSC y al PLN, con el ánimo de aplicar su voluntad a las grandes transformaciones que nuestra Patria requiere en estos años finales del siglo XX y de cara a la integración del mercado americano. La Asamblea Legislativa será el escenario donde recibirá su bautizo de fuego el acuerdo en lo esencial, solemnemente firmado.
Diversas tareas incumben al parlamento a partir del martes, entre ellas, la modernización de la Asamblea Legislativa, lo que exige, necesariamente, una modificación profunda de su reglamento interior, hecho expresamente para atascar la labor de los diputados, atar al Poder Ejecutivo y detener el desarrollo del país. Ocupan un lugar preferencial, asimismo, la reforma del Estado y las reformas electorales y, desde el ángulo del apremio fiscal, las medidas tributarias. Si se saca provecho de la experiencia recogida en estos doce primeros meses de labor gubernamental y legislativa, y se toman en cuenta los otros elementos que han apaciguado el ambiente político, hay más razones para el aliento que para el desánimo en este segundo año de trabajo. Que así sea.