Quien quiera conocer los violentos contrastes que sufre la provincia de Guanacaste debe acercarse al precario Martina Bustos, el asentamiento urbano-marginal más grande de Liberia, donde unas 3.500 personas viven en un reseco y polvoriento terreno de 23 hectáreas de tierra caliza, con apenas ocho pajas de agua para 500 familias. El 80% de sus habitantes sobreviven como “buzos” o recolectores en el botadero municipal, que cerrará en diciembre. La mayoría de las familias son binacionales o están formadas por nicaragüenses indocumentados.
Aunque se trate de un caso extremo, complicado por la negligencia institucional que durante 20 años no ha podido resolver la titularidad de la tierra o los servicios básicos, muestra que el crecimiento económico basado en el turismo masivo, la construcción y la expansión inmobiliaria no es suficiente para alcanzar el bienestar y el progreso social sin la integración de políticas públicas y privadas y una estrategia de desarrollo comunitario.
Tal y como expresó el exastronauta y científico Franklin Chang, quien vive en Guanacaste desde el 2007, al criticar el centralismo costarricense y la desatención hacia los problemas regionales: “Como dijo Tip O’Neill, toda política es local”.
A menos de seis meses de las elecciones nacionales, un amplio informe de La Nación , con motivo de los 189 años de la anexión del Partido de Nicoya, pone en perspectiva un diagnóstico de la realidad económico-social de Guanacaste y la necesidad ineludible de superar las brechas que la colocan como la segunda región más desigual y más pobre del país.
Los datos no son nuevos y no hacen sino constatar las advertencias que externó, hace siete años, el XIII Informe del Estado de la Nación sobre las limitaciones de la “teoría del goteo”. Pero quizá lo peor es la situación del empleo juvenil. Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho 2012), una de cada cuatro personas empleadas en la Región Chorotega es menor de 15 años. Un 17% de jóvenes entre 13 y 17 años no asiste al colegio y un 67% entre 18 y 24 años tampoco es parte de la educación media o superior.
Estas cifras, que son el producto de los niveles de reprobación y deserción escolar, explican la baja inserción laboral de la provincia, la imposibilidad de aprovechar las promesas de una economía aparentemente dinámica y la sumatoria final: más pobreza, más desigualdad y más escepticismo.
A pesar de que se trata de un panorama conocido desde hace décadas, no solo falta voluntad política para abordarlo sino una estrategia de mejoramiento educativo que involucre al ministerio del ramo, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y las universidades públicas y que oriente a los técnicos y profesionales hacia las oportunidades del mercado laboral.
“Los graduados de colegios privados más costosos terminan en las mejores universidades que son las públicas y quien se gradúa de escuelas y colegios públicos, cuyas deficiencias educativas les impiden ir a la universidad pública, terminan en las privadas sin necesariamente asegurar una buena educación”, declaró Chang. Estas palabras deben llevar al país a reflexionar sobre la revisión total a la que debe someterse el modelo educativo costarricense y su adaptación a las demandas de zonas periféricas como Guanacaste, Puntarenas y Limón.
Franklin Chang incluso mostró sus dudas sobre la eficacia de colegios científicos que perpetúan los desequilibrios y no modifican un sistema donde predominan las carencias de infraestructura y tecnología y la mala enseñanza del inglés: “Debemos volver a la Costa Rica de antes, con educación pública de primer mundo en toda escuela pública”.
Su esposa, Peggy Doncaster, es de la misma opinión: “Es realmente chocante y te abre los ojos la pobreza en medio de esos lujosos desarrollos turísticos. Es un crimen que niños deseando aprender ciencias o matemáticas no tengan opciones ni condiciones como las de un colegio científico que igual es un modelo muy excluyente”.
Costa Rica cuenta con diagnósticos precisos sobre los desafíos en Guanacaste y otras zonas, como la Región Brunca, donde se acumulan las desigualdades e índices de pobreza. La cercanía de la campaña política y del cambio de administración suscita de nuevo la pregunta: ¿cuándo se actuará decidida y coordinadamente para resolver estos y otros problemas?
Guanacaste, una tierra llena de recursos naturales y de potencial humano, pero también de contrastes e inequidades, debe estar entre los primeros lugares de la agenda pública.
¿La celebración de los 190 años de la anexión del Partido de Nicoya encontrará una realidad diferente a la actual?