Los ingresos de un médico en particular, en un mes determinado, no reflejan la realidad salarial de ese profesional. Las horas extraordinarias y otros reconocimientos se acumulan de un período a otro. Cuando la Caja Costarricense de Seguro Social hace el pago, la cifra aparece inflada por la restitución de sumas no pagadas el mes anterior. Así explica la institución el pago de ¢17,7 millones, en agosto, a un médico del Hospital Fernando Escalante Pradilla, en Pérez Zeledón.
El diputado socialcristiano Wálter Céspedes no disputa la explicación, pero pregunta si el gasto es racional. Con esa suma, dice, se pudo haber pagado a varios médicos para ofrecer el servicio con mayor agilidad.
Según el legislador, hay 25 personas en la Caja cuya contratación exige erogaciones de ¢280 millones mensuales y algunos médicos ganan hasta ¢9 millones por mantenerse en disponibilidad fuera de su jornada de trabajo normal y “muchas veces no hacen nada”.
La Caja alega la escasez de especialistas, que obliga a muchos médicos a prestar servicios 30 días al mes, y la renuencia a laborar en zonas alejadas del país, donde el profesional no disfruta las facilidades existentes en la capital. Similares razones esgrime el Colegio de Médicos.
Para el diputado, la situación podría responder, más bien, a la existencia de “argollas” y al “secuestro” de la institución por los profesionales en Ciencias Médicas. La realidad es difícil de discernir en primera instancia, pero la pregunta sobre la racionalidad del gasto, prima facie, es totalmente válida. Si la Caja carece de los especialistas necesarios, bien podría invertir en formarlos, y si les brinda esa formación, bien podría hacerlo a cambio del compromiso de prestar servicios en determinadas regiones.
La necesidad es incuestionable y la solución, a juzgar por los resultados, no parece consistir en abrir la billetera institucional para ofrecer beneficios adicionales a los médicos dispuestos a trabajar horarios excesivos en zonas alejadas. A la larga, ese podría ser un camino más oneroso a cambio de un servicio menos eficaz para la población necesitada de atención.
La junta directiva de la Caja hizo bien en disponer una investigación del esquema salarial, no para castigar o perseguir a quienes han recibido altos salarios a cambio de servicios prestados en el actual marco de escasez de especialistas y angustias para garantizar la continuidad del servicio, sino para saber si los recursos existentes pueden ser aprovechados de mejor manera.
La institución reconoce que en algunos hospitales hay un solo especialista, cuya presencia es requerida todo el año para no detener el servicio. Esa no es una solución aceptable. Los especialistas, como cualquier otro ser humano, se enferman o deben atender otras exigencias de la vida cotidiana. Como sucedería con cualquiera, se cansan en el esfuerzo por brindar un servicio muy delicado y solo están en capacidad de atender determinado número de pacientes.
El diputado propone suspender el pago de horas extraordinarias y la compensación por disponibilidad para invertir esos recursos en la contratación de más médicos, con el fin de mejorar la atención de los pacientes. El Colegio de Médicos no debería tener objeción a la sugerencia, porque se trata de crear puestos de trabajo para un mayor número de agremiados. Sin embargo, la solución no es tan sencilla. Efectivamente, hay un déficit de especialistas y su formación no se suple con mayor número de profesionales.
Por eso la Caja debe aprovechar la oportunidad para ir más allá de la mera revisión de la escala salarial. Es necesario inventariar los recursos y las necesidades, para luego decidir cómo satisfacer mejor las segundas con los fondos disponibles. El proceso de ajuste puede tardar años, mientras se forma el personal necesario, en condiciones idóneas para asegurar su presencia en todo el país. Quizá el estudio ordenado por la junta directiva se constituya en el primer paso hacia soluciones más permanentes.