La Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops, por su sigla en inglés) se hará cargo de ejecutar varias obras de infraestructura, todas de vital importancia para el país. La agencia intervendrá tres rotondas en la Circunvalación norte para construir pasos a desnivel y viaductos cuya necesidad es evidente desde hace mucho tiempo.
La ampliación de los puntos de ingreso a Heredia sobre el río Pirro, el puente binacional en Sixaola y el reforzamiento y ampliación del puente sobre el río Virilla, en la ruta 32, están entre los primeros proyectos encargados a la organización adscrita a las Naciones Unidas.
La Caja Costarricense de Seguro Social estudia la posibilidad de incluir el diseño y construcción de la nueva torre médica del Hospital Calderón Guardia, once años después del incendió que destruyó las instalaciones de la llamada torre norte.
Luego de acordar los proyectos con el Gobierno, la Unops efectúa las licitaciones y resuelve las apelaciones sin detener los procesos. Así logra cumplir los plazos. Según Andrea Soto, directora de la Unidad Ejecutora del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi), la agencia internacional aplica sus propias normas de contratación, similares a la legislación costarricense en cuanto a transparencia e igualdad de oportunidades, pero como intermediaria en el desarrollo de los proyectos se evita el paso por los escollos burocráticos nacionales.
El método se anuncia expedito. El contacto inicial con el Gobierno se produjo en el 2012, la Unops se instaló en el país en enero del 2013 y este año suscribió los primeros contratos. No obstante, anuncia la entrega del puente fronterizo con Panamá en el segundo semestre del 2017, el inicio de los trabajos en la rotonda de la Bandera y la intersección de Guadalupe en marzo del 2016 y, en enero, comenzará a construir el paso a desnivel en la rotonda de las Garantías Sociales.
En promedio, la agencia cobra un 4% por administrar los proyectos. La cifra es razonable si se considera el tradicional encarecimiento de las obras de infraestructura por el transcurso del tiempo y los frecuentes reajustes de los contratos. Sobre todo, el gasto parece racional cuando se toma en cuenta nuestra probada incapacidad de ejecución de grandes obras públicas.
La Unops no es la solución a todos nuestros problemas de infraestructura, pero es una buena oportunidad para desarrollar algunas obras clave y, en especial, para aprender. Si la organización internacional consigue lo que el Estado costarricense no ha logrado, en buena parte como consecuencia de su laberinto burocrático, habrá que poner atención a las razones del éxito para incorporarlas a la reforma de las instituciones involucradas en la ejecución de obras públicas.
La supervisión de la calidad y la prevención de la corrupción no deben estar reñidas con la ágil ejecución de proyectos indispensables para aminorar el rezago del país en materia de infraestructura. La solución definitiva está en el desarrollo de nuestras propias capacidades de ejecución y, si la intervención de la Unops contribuye al logro de ese objetivo, su aporte irá mucho más allá de la construcción de un puñado de obras.
El Gobierno hace bien en experimentar con el sistema y procurar otros medios para salir de la parálisis de tantos años. “La gente quiere y necesita ver las obras”, dice Sergio Mazzucchelli, gerente de la agencia internacional en Costa Rica. Tiene toda la razón, no solo por razones de competitividad y mejora de las condiciones de vida, sino también para restablecer la confianza en la capacidad del Estado para resolver los problemas más urgentes.